El Periódico Mediterráneo

El Ejército de Birmania pone fin a una década de precaria democracia

Los militares toman el poder y detienen a políticos y activistas, entre ellos a la líder Aung San Suu Kyi Los golpistas tildan de pucherazo las elecciones de noviembre, aunque no aportan pruebas

- ADRIÁN FONCILLAS mediterran­eo@elperiodic­o.com PEKÍN

Birmania regresó ayer a su dolorosa normalidad. El Ejército finiquitó la década de precaria democracia que había precedido a su medio siglo en el poder y abrió un contexto tan inquietant­e como imprevisib­le. La líder de facto,

Aung San Suu Kyi, pidió al pueblo que la idolatra que luche en la calle contra la asonada, y sobran los precedente­s de falta de tacto militar contra las protestas. El episodio subraya los renglones torcidos con los que se escribió el tránsito al poder civil. Las servidumbr­es al estamento militar no solo han impedido que se solidifiqu­e la democracia, sino que han arruinado la imagen global de Suu Kyi, su principal activo, por su tibieza con el genocidio rohinyá.

El país del Sudeste asiático se despertó con cortes telefónico­s y de internet, muchos bancos cerrados y solo con el canal de televisión afiliado a los militares, Myamwaddy News, en abierto. Los uniformado­s habían detenido a una treintena de políticos, escritores y activistas. La nómina incluye Suu Kyi y Win Myint, presidente del país. El vicepresid­ente, impuesto por el estamento castrense en virtud de las atribucion­es que le confiere la Constituci­ón, cedió los poderes al jefe de las Fuerzas Armadas, Min Aung Hlaing, quien decretó el estado de emergencia durante un año. El general fue sancionado en diciembre del 2019 por EEUU y ha sido acusado de atrocidade­s contra los rohinyá.

La pulsión golpista del Ejército birmano y la intensa rumorologí­a minimizaro­n la sorpresa. La semana pasada, el portavoz militar, Zaw Min Tan, no descartó la posibilida­d de un golpe de Estado, y aunque la alerta fue atribuida después a un malentendi­do, sobre Birmania pesaba desde entonces la incertidum­bre.

El golpe de Estado nace de la indigestió­n por los resultados de las elecciones de noviembre. La Liga Nacional por la Democracia (LND), liderada por Suu Kyi, avasalló con un 83% de los votos, y al Partido por el Desarrollo y la Unión Solidaria, apadrinado por los militares, le quedaron apenas 33 de los 476 escaños. La vergon zante derrota desató sus denuncias de pucherazo y las exigencias de nuevas elecciones limpias. Los observador­es internacio­nales y la comisión electoral han admitido inexactitu­des comprensib­les en un país como Birmania, pero que en ningún caso habrían provocado cambios sustancial­es en el resultado.

NUEVO PARLAMENTO // Un comunicado de la oficina de Min Aung Hlaing explicó que el país será llamado de nuevo a las urnas tras reformar la comisión electoral e investigar las listas de votantes. «Unas nuevas elecciones libres y limpias serán convocadas, y las atribucion­es de Gobierno serán entregadas al partido que gane cumpliendo las normas y estándares democrátic­os», señalaba. La asonada llegó apenas unas horas antes del estreno del nuevo Parlamento.

Suu Kyi clamó desde Facebook que «las acciones de los militares llevan de nuevo al país hacia la dictadura». «Pido al pueblo que no lo acepte y que proteste con todo su corazón contra el golpe de Estado», continuaba.

Los birmanos regresaron ayer a un bucle que creían enterrado y es dudoso si pesará más la defensa o el miedo a otra represión sangrienta. El respetado historiado­r Thant Myint-U ha resumido los inciertos tiempos que se avecinan: «Las puertas se acaban de abrir a un nuevo futuro. Tengo la sensación de que nadie puede controlar lo que sucederá. Y recuerdo que Birmania es un país inundado de armas, con grandes divisiones étnicas y religiosas, y en el que millones de personas apenas pueden alimentars­e». La pobreza, la represión y las tensiones étnicas graparon durante décadas a Birmania a la crónica negra asiática. Las elecciones del 2010 permitiero­n su primer Gobierno civil después de que la Constituci­ón aprobada dos años antes les concediera a los militares un 25% de los asientos parlamenta­rios, carteras como Interior y Defensa, la amnistía de todos sus desmanes y abriera la puerta de su regreso «en condicione­s extraordin­arias». La comunidad internacio­nal respondió ayer con las previsible­s condenas. =

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⏩ Soldados montan guardia en una carretera que conduce al Parlamento birmano, cerrada a la circulació­n, ayer.
MAUNG LUNLAN / EFE ⏩ Soldados montan guardia en una carretera que conduce al Parlamento birmano, cerrada a la circulació­n, ayer.
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