El Ejército basa la detención de Suu Kyi en unos ‘walkie-talkies’
La dirigente, de la que no se sabe nada, afronta tres años de cárcel
Unos walkie-talkies justifican el actual arresto domiciliario de la líder de un país y podrían llevarla a la cárcel. Ocurre en Birmania, que se desliza inquietantemente hacia tiempos que parecían superados. Aung San Suu Kyi ha sido acusada por la policía de vulnerar las leyes nacionales de importación con esos aparatos de comunicación que habrían usado sin autorización sus guardaespaldas y hallados en el registro de su domicilio. Lo reveló ayer un medio estatal afiliado al estamento militar que gobierna Birmania desde la asonada del lunes. El presidente depuesto, Win Myint, está acusado de ignorar las precauciones legales contra el coronavirus atendiendo a un acto electoral con cientos de fieles. Ambos se enfrentan a penas de hasta tres años y de ellos no se ha sabido nada desde el lunes, pero se da por sentado que permanecen recluidos en sus domicilios oficiales de Napidaw, la capital administrativa.
El medio añade que ya se ha iniciado la investigación del presunto fraude en las elecciones de noviembre, ganadas por goleada por la Liga Nacional por la Democracia, de Suu Kyi. El resultado humillante del partido apadrinado por los militares está detrás del golpe de Estado, señalan los analistas.
La lucha en las calles que había pedido Suu Kyi al pueblo que la venera se antoja lejana pero en las últimas horas se percibe una marejada creciente. El personal médico de 70 hospitales se han declarado en huelga. Además, una cuenta de Facebook que coordina las protestas ha sumado más de 150.000 seguidores en un día y en Rangún se escuchan caceroladas al caer la noche.