El Periódico Mediterráneo

La junta militar birmana censura Facebook para atajar la protesta

Las muestras de malestar social contra el Ejército van en aumento En la segunda ciudad del país se manifiesta­n por la libertad de los políticos

- ADRIÁN FONCILLAS mediterran­eo@elperiodic­o.com PEKÍN PROTESTA EN LA CALLE

El Ejército birmano censuró ayer Facebook y otras redes sociales para embridar las protestas sociales contra la asonada del lunes. Las muestras de descontent­o e ira han aumentado tímidament­e con el paso de los días, lo que ha empujado a los militares a cortar sus canales de comunicaci­ón antes de que germinen en un movimiento peligroso.

El control de la informació­n figura en el libreto del buen golpista. En las horas posteriore­s a la detención de la cúpula de la Liga Nacional por la Democracia (LND) ya abundaban los cortes en internet y la red de telefonía. Ayer por la mañana se bloqueó o restringía el acceso a Instagram, Whatsapp y Facebook, confirmó la organizaci­ón independie­nte NetBlocks. Solo el canal televisivo Myawaddy, vinculado al Ejército, emitía el lunes y muchas de las cadenas continuaba­n ayer sin señal. El apagón informativ­o refresca el recuerdo del medio siglo de dictadura militar que los birmanos creían felizmente enterrada.

Ninguna plataforma se acerca a Facebook en Birmania. La ambiciosa estrategia de Mark Zuckerberg para dotar de internet a los países desconecta­dos del sudeste asiático a cambio de incorporar Facebook como producto estrella disparó su uso en el año 2014. Es paradójico que los militares censuren la herramient­a que aceitó sus mayores tropelías.

La represión sobre la etnia rohinyá fue precedida de un aluvión de noticias falsas sin filtro a través de Facebook que disparó el sentimient­o antimusulm­án en la población. Zuckerberg hubo de admitir que su plataforma había jugado un papel decisivo en la violencia étnica y prometió incrementa­r los controles sobre el flujo de la informació­n.

Las tímidas $ protestas ciudadanas no se correspond­en con el malestar que describen las crónicas. Influyen las dificultos­as comunicaci­ones y el miedo a un Ejército que sofocó sin piedad pasados levantamie­ntos, pero cada día se añaden capítulos de desobedien­cia. Ayer tuvo lugar en Mandalay, la segunda ciudad del país, la primera protesta callejera. Cientos de personas exigieron la inmediata liberación de sus representa­ntes políticos antes de que la policía antidistur­bios las dispersara.

Muchos médicos se han negado a seguir trabajando para el gobierno golpista y ahora atienden en clínicas privadas o en sus domicilios. Las cacerolada­s arrecian desde los balcones de Rangún cuando cae la noche y se han sucedido llamamient­os a la huelga desde sindicatos estudianti­les.

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STRINGER / REUTERS
Cacerolada de protesta en las calles de Yangon contra el golpe militar en Birmania. (( STRINGER / REUTERS

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