La junta militar birmana censura Facebook para atajar la protesta
Las muestras de malestar social contra el Ejército van en aumento En la segunda ciudad del país se manifiestan por la libertad de los políticos
El Ejército birmano censuró ayer Facebook y otras redes sociales para embridar las protestas sociales contra la asonada del lunes. Las muestras de descontento e ira han aumentado tímidamente con el paso de los días, lo que ha empujado a los militares a cortar sus canales de comunicación antes de que germinen en un movimiento peligroso.
El control de la información figura en el libreto del buen golpista. En las horas posteriores a la detención de la cúpula de la Liga Nacional por la Democracia (LND) ya abundaban los cortes en internet y la red de telefonía. Ayer por la mañana se bloqueó o restringía el acceso a Instagram, Whatsapp y Facebook, confirmó la organización independiente NetBlocks. Solo el canal televisivo Myawaddy, vinculado al Ejército, emitía el lunes y muchas de las cadenas continuaban ayer sin señal. El apagón informativo refresca el recuerdo del medio siglo de dictadura militar que los birmanos creían felizmente enterrada.
Ninguna plataforma se acerca a Facebook en Birmania. La ambiciosa estrategia de Mark Zuckerberg para dotar de internet a los países desconectados del sudeste asiático a cambio de incorporar Facebook como producto estrella disparó su uso en el año 2014. Es paradójico que los militares censuren la herramienta que aceitó sus mayores tropelías.
La represión sobre la etnia rohinyá fue precedida de un aluvión de noticias falsas sin filtro a través de Facebook que disparó el sentimiento antimusulmán en la población. Zuckerberg hubo de admitir que su plataforma había jugado un papel decisivo en la violencia étnica y prometió incrementar los controles sobre el flujo de la información.
Las tímidas $ protestas ciudadanas no se corresponden con el malestar que describen las crónicas. Influyen las dificultosas comunicaciones y el miedo a un Ejército que sofocó sin piedad pasados levantamientos, pero cada día se añaden capítulos de desobediencia. Ayer tuvo lugar en Mandalay, la segunda ciudad del país, la primera protesta callejera. Cientos de personas exigieron la inmediata liberación de sus representantes políticos antes de que la policía antidisturbios las dispersara.
Muchos médicos se han negado a seguir trabajando para el gobierno golpista y ahora atienden en clínicas privadas o en sus domicilios. Las caceroladas arrecian desde los balcones de Rangún cuando cae la noche y se han sucedido llamamientos a la huelga desde sindicatos estudiantiles.
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