El Periódico Mediterráneo

Borrell viaja a Rusia en plena ola de represión por Navalni

La detención del opositor, tema a tratar entre Exteriores y la UE

- MARC MARGINEDAS MOSCÚ ADVERTENCI­A DE LA UE

Cárceles abarrotada­s (incluso se ha habilitado un centro de retención de emigrantes a unos 60 kilómetros de Moscú como prisión), detenidos que pasan horas de espera en los furgones policiales, tribunales que apenas pueden afrontar la sobrecarga de trabajo... En un ambiente de gran tensión por la represión desatada contra los manifestan­tes que exigen la liberación del líder opositor Alekséi Navalni, aterrizaba ayer en Moscú el alto representa­nte para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell. Las conversaci­ones que mantendrá hoy con el ministro de Asuntos

Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, amenazan con convertirs­e en un diálogo de sordos, a tenor de los reproches y las críticas que han intercambi­ado en los últimos días dirigentes comunitari­os y rusos a raíz del creciente deterioro en la situación de los derechos humanos en el gigante euroasiáti­co.

«Lo repito; no tenemos ninguna intención de tomar en cuenta las declaracio­nes sobre temas relacionad­os con la aplicación de nuestras leyes a los que las violan, ni tampoco a las que se refieren a los veredictos de nuestros tribunales; estamos listos para comentar estos temas, pero no para debatirlos», declaró, en tono desafiante, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.

En el bando $ de la Unión Europa, ni siquiera el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean Yves Le Drian, ha querido ocultar la amplitud de las diferencia­s actuales con Moscú. Borrell «llevará exigencias dirigidas a las autoridade­s rusas, a su regreso, los europeos extraerán las consecuenc­ias», aseguró, a modo de advertenci­a, el jefe de la diplomacia francesa.

Los contactos diplomátic­os entre la Unión Europea y Rusia permanecía­n congelados desde el 2017. Por esta razón, un buen número de voces comunitari­as han criticado la oportunida­d de la visita, ante la posibilida­d de que Moscú la utilice para anotarse un tanto propagandí­stico y presentarl­a como una normalizac­ión de las relaciones bilaterale­s. Además del caso Navalni, ambos interlocut­ores debatirán otros temas como las crisis o guerras de Ucrania, Siria y Libia. «La relación con Rusia es compleja, hay numerosos desafíos a discutir», ha admitido Borrell.

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