La Fiscalía dice que Cifuentes hizo presión «sin mancharse las manos»
Defiende que fue «la primera, única y última» beneficiada de falsificar el máster La fiscala solicita tres años de cárcel para la expresidenta madrileña
La fiscala del caso máster, Pilar Santos Echevarría, defendió ante al tribunal la condena de tres años y tres meses de cárcel a la expresidenta madrileña Cristina Cifuentes en que ella fue la «primera, la única y la última beneficiada» con la falsificación del acta del trabajo fin de máster (TFM), que «tan pronto como tuvo subió a Twitter e introdujo en el tráfico jurídico» al exhibírsela a miles de ciudadanos, porque «como ella misma dice en la grabación ‘las cosas se acreditan con papeles’». La decisión corresponde ahora a la Sección 15 de la Audiencia de Madrid.
Y no lo tendrá fácil, porque enfrente del ministerio fiscal estaba el abogado de Cifuentes, José Antonio Choclán, que aseguró que la sentencia absolutoria que espera de la vista oral no podrá reparar el «calvario» que ya ha sufrido con el fin de su carrera política, porque no se puede considerar inducir a cometer delito el pedir a tu gabinete una solución a un «problema mediático».
La representante del ministerio público se refirió al vídeo en el que Cifuentes de madrugada en su despacho dijo aquello de «no me voy, me quedo, me voy a quedar». Y mostró públicamente el documento falso como prueba de que había hecho el máster que, según eldiario.es, le había sido regalado. No dispone ningún registro de trabajo hecho porque los hacía en papel y a través de su hermana, que trabajaba en la Universidad Rey Juan Carlos, o algún miembro de la Comunidad de Madrid se entregaba en mano.
La fiscala defendió la versión ofrecida por la profesora Cecilia Rosado, que, actuó por las presiones que recibió por parte del catedrático ya fallecido Enrique Álvarez Conde, que «hacía y deshacía a su antojo» en el máster, y de la también acusada Teresa Feito, profesora de la Universidad Rey
Juan Carlos y entonces asesora de la Comunidad de Madrid. Según su criterio, «el interés de Cifuentes en salvar su reputación» en obtener una documentación que acreditara que había hecho el máster «y la presión de su gabinete» para ello «es lo único que explica» la falsificación. «Por su cargo no se manchó las manos, pero es evidente que le urgía imperiosamente que la universidad le ofreciese una solución. Si la maquinaria se puso en marcha, fue por estas presiones», concluyó.
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