«Es como estar siempre de resaca»
Hasta la pasada primavera, Sara era la encargada de varias tiendas y coordinaba a un grupo de profesionales. Estaba acostumbrada a tomar decisiones con rapidez y nunca se mostraba cansada. Pero eso fue hasta que el covid se cruzó en su vida. Hoy, diez meses después, sufre cefaleas constantes, tiene pérdida de memoria y su vista ha aumentado dos dioptrías. «Siento una impotencia total. No me atrevo a salir sola a la calle. Me ahogo, me fatigo enseguida... es como si cada mañana me levantara con resaca», describe esta joven de 33 años, vecina de Vinaròs, y madre de un niño de tan solo dos años.
Sara empezó a tener síntomas el 18 de marzo. Comenzó con estornudos, tos, fuertes dolores de cabeza, cansancio y algo de fiebre. A los pocos días llegaron los dolores de garganta, condo gestión nasal y diarreas. «Estuve 20 días aislada en casa. Eras los primeros días de la pandemia y era todo un caos. Nadie me hacía caso», recuerda. Su estado empeoraba día tras día, pero no fue hasta el 9 de abril cuando le hicieron la PCR en el hospital. «Di positivo en covid, así que estuve otros 15 días aislada», explica.
Su estado de salud mejora (en mayo la sometieron a otra PCR y ya salió negativo), pero a las pocas semanas vuelven los síntomas: dolor de garganta, oído, cefaleas, pérdidas de memoria y otra infección pulmonar. «De nuevo me recetan inhaladores y antibióticos. Ya llevo nueve cajas», resume. Y toeso combinado con otros síntomas como la galactorrea (secreción de leche por el pezón que no está relacionada con la producción normal de leche para la lactancia), la pérdida del cabellos o lesiones en las uñas de los pies. «Los médicos creen que es ansiedad, pero lo que yo tengo no es un problema psicológico», se queja Sara que pide a los profesionales sanitarios que empaticen con los enfermos de covid persistente. «Lo único que quiero es se nos tome en enserio, que se investigue porqué cada dos o tres semanas estamos enfermos», relata esta joven que asegura que lo único que desea es hacer una vida normal.
«Cada dos o tres semanas estoy enferma. Esto es una pesadilla y ya llevo 9 cajas de antibióticos»