La gran esperanza
O dejar que el coronavirus contagie a todos muera quien muera o vivir encerrados. Las vacunas son la única salida para recobrar la normalidad, pero el difícil arranque de la inmunización masiva genera incertidumbre.
La vacuna o, mejor dicho, las vacunas contra la covid-19 se han convertido en la gran esperanza para luchar contra el SARSCoV-2, un nuevo virus del que todavía se desconocen muchas cosas, contra el que no hay tratamiento farmacológico y que, por tanto, se ha cobrado ya más de 5.000 vidas solo en la C. Valenciana, 2,27 millones en todo el mundo y amenaza con un colapso sanitario total. Las vacunas son la gran esperanza y puede que la única para volver a la ansiada normalidad ya que las otras salidas pasan por una inmunización de grupo «a lo salvaje» permitiendo el contagio generalizado de la población con los peajes de muertes que esto conllevaría o llevar una vida contraria a lo que somos como especie gregaria: un confinamiento domiciliario sostenido y mantenido en el tiempo.
SECUENCIACIÓN DEL GENOMA
Conscientes de ello, la comunidad científica se puso desde el minuto cero a desarrollar una vacuna eficaz y lo pudieron hacer porque en este caso sí, la colaboración internacional está funcionando. Desde China compartieron la secuenciación del genoma del SARS-CoV-2 con toda la comunidad científica en cuanto detectaron que el coronavirus había saltado de la cadena animal a la humana. A partir de ahí, la suma de esfuerzos económicos (el mucho o poco dinero que había para investigación se ha ido este año en gran parte para luchar contra la covid-19) y de conocimiento científico —el preexistente y el que se ha adquirido a contrarreloj— da la respuesta a por qué solo un año después de que la pandemia sacudiera al mundo entero se puede haber comenzado una campaña masiva y sin precedentes de inmunización.
OBJETIVO: INMUNIZACIÓN
El objetivo que se han marcado los gobiernos es inmunizar a un volumen de población suficiente para conseguir la denominada inmunidad de grupo (que los no vacunados estén protegidos al estar la mayoría vacunados) pero esto no se conseguirá hasta que, al menos, el 70 % de la población reciba sus dosis. Eso supone solo en la Comunitat Valenciana vacunar a más de 3,5 millones de valencianos, gran parte con dos dosis y de aquí a mitad de año, un plazo que en estos momentos parece inalcanzable a la vista del difícil arranque que ha tenido en España la primera fase del programa. Desde diciembre y hasta marzo se busca proteger a los más vulnerables: los mayores en residencias que han venido acumulando hasta un tercio de todas las muertes por coronavirus, los sanitarios, los dependientes y ahora también los mayores de 80 años. Por ahora solo se han puesto unas 174.00 dosis y apenas 68.000 valencianos están inmunizados, pero es que solo han llegado 182.000 dosis.
La lentitud es el mayor pero hasta el momento de este gran experimento mundial aunque el escándalo de las personas que se han colado en la «lista» de los primeros en inocularse valiéndose de su cargo tampoco ayuda a dejar en buen lugar el proceso. «Sí, la vacunación es nuestra única salida, por eso hay que acelerarla e inmunizar al máximo posible de gente cuanto antes, así evitamos dejarle margen al virus para que siga cambiando». Es la advertencia que lanza el experto en Salud Pública e investigador en el área de servicios de salud de Fisabio, Salvador Peiró, sobre todo cuando son casi diarias las noticias de la aparición de nuevas variantes del virus que ya lo han hecho más transmisible, como la británica, y podrían obligar a reformular las vacunas ya en el mercado para adaptarse a las variantes.
Los responsables de la administración dicen estar preparados para pisar el acelerador y descargan la responsabilidad en los problemas de suministro de los laboratorios y en los incumplimientos en la entrega de las dosis pactadas. Confiando en que las farmacéuticas cum
plan y se alcancen los plazos, aún quedan muchas dudas sobre la mesa sobre todo de carácter científico. No se pone en tela de juicio la seguridad —no se han notificado reacciones adversas de gravedad— pero sí hay todavía lagunas cuando se habla de si todas las vacunas van a ser eficaces para todos los grupos de población, si las vacunas lograrán cortar también la transmisión y cuánto durará la inmunidad «artificial» que generan. «Por ahora, sabemos lo que sabemos de la protección porque no ha pasado el tiempo suficiente aunque la respuesta es probablemente más potente a la que el cuerpo genera de forma natural al estar infectado y podría durar al menos 10 meses, lo que supone una tabla salvavidas porque es tiempo que ganamos para hacer muchas cosas», transmite Peiró. Por ahora, los datos preliminares de países como Israel apuntan a la esperanza ya que allí, tras vacunar a buena parte de la población, ha bajado la transmisión «aunque es difícil de interpretar ya que también están en un confinamiento duro».
CIERTAS DUDAS
Donde hay más dudas es al plantear si la inmunidad de grupo será suficiente para llegar a la casi erradicación del virus o como muchos expertos vaticinan, tendremos que aprender a convivir con este nuevo patógeno como ya hemos aprendido a convivir con otros agentes infecciosos respiratorios como la gripe. «Ya hemos visto que no es estacional como la gripe porque al virus le da igual el frío o el calor. No es seguro pero sí es posible que en un futuro tengamos que convivir con él y con revacunaciones periódicas», defiende el investigador de Fisabio, que lanza una advertencia: todo el esfuerzo que se está haciendo ahora será en balde si la inmunización no se globaliza, como ya lo ha hecho el virus. «Va a ser un problema las distintas velocidades de vacunación porque los países que se queden rezagados van a ser un reservorio donde el virus dará cambios y serán en un futuro fuente de nuevas variantes del coronavirus». Lo ideal pues, pisar el acelerador, pero sin dejar a nadie atrás.