El Periódico Mediterráneo

Lo que le dice Sócrates a Eutifrón

A fondo Los titulares de prensa muestran que no hemos encontrado el conocimien­to verdadero

- JOSÉ Martí*

Yqué le dice, se preguntara­n: «Lo justo y lo injusto, lo bello y lo feo, lo bueno y lo malo. ¿No son esas las cosas que cuando disputamos y no hallamos un criterio lo suficiente­mente decisivo nos convierten en enemigos a ti y a mi y a todos los demás seres humanos?» (Platón: Eutifrón, 7, b-d)

En esas andaban Sócrates y Eutifrón y en esas continuamo­s andando nosotros. Cuando disputamos no encontramo­s un criterio lo suficiente­mente decisivo y, por eso, en el mundo de la política (lo justo y lo injusto ), de la estética (lo bello y lo feo), de la ética (lo bueno y lo malo), es decir, en el mundo de la filosofía y las humanidade­s, siempre nos dan cierta envidia las ciencias, ¡las ciencias! Esas que, ya decía el bueno de Kant, habían encontrado el seguro camino de la episteme, del conocimien­to verdadero (las matemática­s y la lógica como ciencias formales, y la física y la química como experiment­ales).

Los titulares de cualquier diario son una clara muestra de que, en lo que concierne a lo justo y lo injusto, o lo bueno y lo malo, no hemos encontrado aún el seguro camino de la episteme. Y para mayor abundamien­to, se puede ver el resultado pirandelli­ano, absurdo, demencial e incompresi­ble de la votación de los fondos europeos en el Congreso. Pero miren, optimistas antropológ­icos como somos y defensores del progreso moral de la humanidad para más inri, decimos que no habrá episteme en las ciencias humanas, pero que desde Sócrates y con Sócrates algunas cosas hemos aprendido. Con Platón, Aristótele­s y los sofistas, con Cristo y con Averroes, con Santo Tomás y Maimónides, con Erasmo y con Lutero, con los ilustrados y la Razón Práctica kantiana, con Hegel, y su izquierda y su derecha, con los liberales y los socialista­s, con esa larga epopeya de humanizaci­ón que lleva hacia adelante la especie humana, algo hemos aprendido.

Un gran pensador español, que yo les recomiendo, José Antonio Marina, en una de sus obras, La lucha por la dignidad, se atreve a sintetizar en cuatro tesis esa historia de la lucha por la dignidad como una fundamenta­ción práctica de la ética. Eso es tanto como responder a Sócrates que no tenemos un criterio decisivo sobre lo justo o injusto o lo bueno y lo malo, pero algo nos podemos aproximar, algo hemos aprendido. En síntesis, estas son esas cuatro tesis:

Tesis primera: la Humanidad movida por deseos imperiosos y contradict­orios, se ha dirigido siempre a una meta que se designa con términos amplios, vagos e inevitable­s como «felicidad» o «justicia». Segunda tesis: cuando los seres humanos se libran de la miseria, de la ignorancia, del miedo, del dogmatismo y del odio --elementos interrelac­ionados-evoluciona­n de manera muy parecida hacia la racionalid­ad, la libertad individual, la democracia, las seguridade­s jurídicas y las políticas de solidarida­d. Tercera tesis: la humanidad por distintos y convergent­es caminos ha descubiert­o que el modo más seguro y eficaz de conseguir la felicidad y la justicia es afirmar el valor intrínseco de cada ser humano. A ese valor intrínseco lo llamamos dignidad. A lo largo de la historia y aún hoy se han tanteado y se tantean otros caminos: la preeminenc­ia del clan, de la familia, de la tribu, de la raza, de la nación, de Dios, de la clase social. Esos tanteos, no solo no han dado resultado sino que han devenido en sociedades cerradas, excluyente­s y totalitari­as. Cuarta tesis. Ese valor supremo ha encontrado su mejor definición operativa en el concepto de derechos prelegales (subjetivos, innatos, derechos morales o como se quiera denominarl­os) que a su vez se han concretado en los llamados derechos humanos.

Y como eso ya lo hemos aprendido «no nos convierte en enemigos a ti y a mí y a a todos los seres humanos», como máximo nos convierte en adversario­s y no tenemos por qué insultarno­s, ni faltarnos al respeto, ni denigrarno­s, por mucho que algunos políticos o usuarios de redes sociales se empeñen. ¿No les parece?

*Presidente de la Diputación

Somos adversario­s, no enemigos, y no tenemos que insultarno­s aunque se empeñen políticos o usuarios de redes sociales

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