Arrimadas rehúsa dimisiones pese a las voces críticas
Diputados y senadores exigen ceses
Convulsión en las filas de Ciudadanos tras el hundimiento en el feudo que alumbró al partido 15 años atrás. La pérdida de 30 escaños y casi un millón de votos desató una tensa reunión de urgencia del comité ejecutivo ayer que desempolvó las batallas internas. El encadenamiento de tres fiascos electorales –en las autonómicas vascas, gallegas y catalanas– bajo el liderazgo de Inés Arrimadas sumía a la formación en una profunda crisis de irrelevancia política. El sector crítico sumó a diputados y senadores oficialistas a la exigencia de que haya rendición de cuentas, pero Arrimadas descartó seguir los pasos de Albert Rivera en el 2019.
Los tumbos ideológicos, la baja participación, la irrupción de la ultraderecha y el efecto Illa dejaron al partido en horas bajas, con el penúltimo puesto en el hemiciclo catalán. Escuderos de Arrimadas defienden que no se le puede achacar a la líder la herencia envenenada de Rivera, y que hay que darle tiempo para reconstruir las siglas porque, descontando la interinidad, no lleva ni un año al frente de Cs.
Pero varios cargos reclamaron una «profunda regeneración» en la dirección y pidieron la dimisión de, al menos, los máximos responsables de la campaña, los vicesecretarios Carlos Cuadrado y José María Espejo-Saavedra. El líder en la escudería catalana, Carlos Carrizosa, confía en reflotar el partido en cuatro años.