Israel tendrá comicios
en marzo y, tras 15 años, Palestina las celebrará en mayo
Por primera vez en 15 años, israelís y palestinos coincidirán en una primavera electoral. Tras tres lustros sin acudir a las urnas, el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, anunció días atrás que los palestinos votarán el próximo 22 de mayo. Seguirán así la estela de los israelís, que el 23 de marzo tendrán su cuarta cita electoral en dos años. Abás busca en esta convocatoria un gesto de acercamiento a la nueva Administración estadounidense, mientras Binyamín Netanyahu lamenta la marcha de su gran aliado Donald Trump. A ambos lados de la Línea Verde, la ciudadanía ejercerá el voto más de espaldas que nunca, con el diálogo entre palestinos e israelís estancado desde el 2014.
En el momento más bajo de su popularidad, Abás decide convocar elecciones. El presidente de la Autoridad Palestina (AP) usa los comicios a modo de cortejo. «Abás y la AP persiguen ganar legitimidad cara al exterior, mostrar a la Administración de Joe Biden que están dispuestos a hacer concesiones y calmar a los donantes de la Unión Europea, alarmados por su creciente autoritarismo», explica a este diario
Marwa Fatafta, del grupo de analistas palestinos Al-Shabaka.
Los precedentes no son buenos. La votación del 2006 sorprendió con la victoria del islámico Hamás en Cisjordania, abriendo una brecha con el histórico Fatah. Cuando los islamistas tomaron el control de Gaza en el 2007, ambos partidos se enfrentaron en una breve guerra civil que forzó a la expulsión del partido de Abás.
«Repartirse el pastel»
De ahí que reine la incertidumbre entre los votantes. El 22 de mayo, habrá elecciones legislativas; el 31 de julio, presidenciales, y el 31 de agosto, para el Consejo Nacional Palestino, que engloba también a la diáspora. Abás puede desconvocar las segundas citas electorales si el resultado de la primera no le es favorable. Además, tanto Fatah como Hamás han dicho que si Israel no deja votar a los palestinos de Jerusalén Este, no valdrán.
«Es imposible que aunque las elecciones tengan lugar, lo hagan de forma justa y libre», insiste Fatafta. «En pleno autoritarismo creciente, unos comicios solo serán un ejercicio de repartirse el pastel entre Hamás y Fatah», denuncia. De salud delicada, el octogenario Abás se enfrenta en Gaza a la popularidad del exdirigente de Fatah Mohamed Dahlan, y en Cisjordania, al prestigio de Maruan Bar
Corrupción
Protesta contra Netanyahu en enero, en Jerusalén.
guti, líder de la Segunda Intifada encarcelado de por vida en Israel.
La dicotomía a la hora de votar para los palestinos se traslada al plebiscito que vivirá Israel en marzo: Netanyahu, sí, o Netanyahu, no. Se vivirán los cuartos comicios en dos años. Ya se sabe que el país será gobernado por un hombre de derechas. La proliferación de nuevos partidos más a la derecha del Likud del primer ministro ha modificado notablemente el paisaje. Treinta y nueve fuerzas se postulan para el 23 de marzo, aunque las encuestas muestran que solo 12 entrarían en la Knesset.
«En estas elecciones tenemos algo que no teníamos en las tres anteriores: hay un partido de la oposición contrario a Netanyahu y que es de derechas», subraya Gi
deon Rahat, analista del Instituto de la Democracia de Israel. Es Nueva Esperanza, una fuerza que puede alcanzar alguna alianza que destrone a Netanyahu, favorito en las encuestas.
Con el 24% de la población totalmente vacunada, la economía israelí empieza a ver la luz. Netanyahu está invirtiendo todos sus esfuerzos en inmunizar a Israel antes del 23 de marzo. «Habla de la campaña de vacunación como su logro personal –afirma Rahat–. Es como si estuviera vacunando él mismo a todo el país». Pero la polémica le sigue salpicando cuando mira hacia otro lado ante la insumisión de los judíos ultraortodoxos, sus socios de Gobierno, y cuando testifica en su juicio por corrupción.