Aumenta el despliegue militar en Birmania entre protestas
Los golpistas alargan el encierro de la líder Aung San Suu Kyi
En las calles, en las redes sociales y en los tribunales. La asonada birmana cumple dos semanas con el Ejército atareado en embridar las protestas en todos los frentes y desatendiendo las críticas globales. Las manifestaciones que exigen la restitución democrática y la liberación de sus líderes son cotidianas sin que el progresivo amontonamiento de militares las merme.
Los vehículos blindados han aparecido por primera vez en las calles de Rangún, la principal ciudad del país, señala la prensa local. Y, a pesar de ellos, estudiantes universitarios marcharon ayer por un distrito septentrional. También hubo protestas en la ciudad sureña de Dawei, acompañadas de una banda de música. Y en Myitkyina, la capital de Kachin, se registraron enfrentamientos entre manifestantes y agentes que terminaron con disparos, según vídeos en las redes sociales, aunque no está claro si con balas de goma o munición real. La dinámica actual y la hemeroteca insinúan la tragedia. No hay indicios de agotamiento en el movimiento democrático ni precedentes de protestas gestionadas con tacto por el Ejército.
Los militares, que dictaron el estado de emergencia, han modificado de urgencia el código penal. La incitación al odio hacia el gobierno y el entorpecimiento de la acción de las fuerzas de seguridad se paga ya con veinte años de cárcel, informaba una web vinculada al Ejército. También se arrogaron las competencias para detener y registrar propiedades. Y han alargado la detención de Aung San Suu Kyi, la lider que tendría que haber sido liberada ayer, tras dos semanas. Seguirá retenida al menos hasta mañana, cuando se celebre la vista por la supuesta importación ilegal de media docena de walkie talkies.