La CUP y Junts van perfilando sus exigencias para Esquerra
Los anticapitalistas harán valer la mayoría de izquierdas
La llave de la gobernabilidad independentista vuelve a estar en manos de la CUP y los anticapitalistas, conscientes del privilegio que les otorgó el resultado electoral, actúan con cautela. No tienen prisa. Desdeñan que la urgencia pise el debate programático y esperan escuchar las ofertas de Esquerra antes de mover ficha.
El equipo negociador será «variable» y estará sujeto a los ritmos del asamblearismo. El 27 de febrero se celebrará un consejo político ordinario para sondear a la militancia sobre la negociación poselectoral, pero no habrá decisiones. Pere Aragonès tendrá que ser paciente y esperar.
Los anticapitalistas llegarán con su programa electoral bajo el brazo. Su lectura del 14-F es que el independentismo sale reforzado por la izquierda, y exigen ceñirse a esa interpretación. Esto es: «amnistía y fin de la represión» –léase que la Generalitat no recurra a supuestos de la ley mordaza para encausar a manifestantes–, «autodeterminación vinculante» –un referéndum antes de 2025–, «plan de choque de rescate social» –reclaman una renta básica universal de al menos 735 euros– y «transición ecológica».
Junts, por su parte, prepara la negociación con ERC desde una
posición de firmeza y exigencia. A la espera de la concreción de los planes, el partido de Carles Puigdemont empieza a mostrar sus cartas y estas pasan, en palabras de un destacado candidato, por reclamar a Esquerra que la hoja de ruta independentista esté más cercana a las tesis desobedientes de JxCat y la CUP, que suman mayoría en el terreno secesionista. Aunque inicialmente se pueda apostar por la negociación.
De entrada, Junts pedirá equilibrio con una cierta paridad en el Govern y en la Mesa del Parlament, que es probable que reclamen presidir. Su secretario general, Jordi Sànchez, reclamaba ayer una estrategia compartida en el Congreso. Difícil, dadas las visiones antagónicas hasta ahora.