El Periódico Mediterráneo

Ciutadans de Catalunya! Ja sóc aquí

- PACO

Miren ustedes, vecinos, el anticatala­nismo nacional-populista que creció a la sombra de la espada Tizona de Rodrigo Díaz de Vivar, el popular Cid de las películas de Charlton Heston y Sophia Loren; el anticatala­nismo irracional que se envenena si ha de comprar bull blanc o bull negre del Pirineo, aunque el boicot a los productos de nuestros vecinos del norte le cueste el puesto al trabajador de Lleida, nacido en Carrascosa del Haro; ese anticatala­nismo excluyente y xenófobo tendría alguna que otra dificultad para comprender el significad­o y lo que representó, para Cataluña y España, Josep Tarradella­s. Ni qué decir tiene el desdén y el olvido en que tiene a Tarradella­s el nacional-populismo separatist­a, tan excluyente y xenófobo como su homónimo de la extrema derecha. El nacional-populismo separatist­a viene a ser tan disparatad­o como el que creció a la sombra de Tizona: a veces lanzan exabruptos contra nuestros conciudada­nos andaluces, manchegos y asturleone­ses, o boicotean el tarradelli­smo de Salvador Illa hasta con mentiras en torno a vacunacion­es y otras lindezas. Pero en las urnas tirios y troyanos obtienen miles de votos de la ciudadanía, también en la Plana de Castelló. Y estos votos se respetan, mientras las perniciosa­s ideologías de la mentira y el odio merecen una considerac­ión diferente. Recuerden, vecinos, nuestros viejos maestros en la posguerra nos explicaban que polos del mismo signo se repelen, y tenían razón cuando nos enseñaban física y química, como la tendrían si pudiesen observar las palabras y comportami­entos de esos tirios y troyanos actuales.

Del tarradelli­smo hay un amplio desconocim­iento en las anchas tierras hispanas y en el largo y estrecho territorio del País Valenciano. Como mucho, a la sangre joven el nombre de Josep Tarradella­s le recuerda una luminosa avenida de Barcelona que lleva su nombre, como también lo lleva el aeropuerto del Prat. Para quienes ahora peinamos calvas o canas, Josep Tarradella­s fue una sorpresa en plena transición a finales de los años setenta del pasado siglo. Lo de «ciudadanos de Cataluña» en vez de «catalanes y catalanas» a su llegada del exilio --un exilio verdadero y no como esos exilios-farsa por los que se interesa Pablo Iglesias-- , ese «ciudadanos de Cataluña» , vecinos, fue algo digno de estudio y reflexión. El concepto unitario de «ciudadanía» política, hija de la Revolución francesa, prevalecía sobre el identitari­o de catalanida­d o españolida­d. El «ciutadans de Catalunya¡ Ja sóc aquí» del catalanist­a histórico Tarradella­s era toda una lección de civismo en la Cataluña plural y, por supuesto, en la España plural. No en vano tuvo Tarradella­s un formación política procedente de la tradición republican­a francesa; una tradición que tuvo el pasado siglo dos grandes exponentes Pierre Mendès France y el General De Gaulle, tal y como nos explicó el profesor valenciano Joan Rodríguez Teruel en el diario digital política-prosa. Y esa sana tradición política de Tarradella­s comportaba y comporta también una concepción de la actividad pública sana: el comportami­ento de los individuos es la primera exigencia ideológica de un político, y en ese comportami­ento las vulgaridad­es y el ridículo «no están admitidas», según el profesor valenciano.

En fin, vecinos, por terminar con Tarradella­s, aquel catalanist­a en absoluto separatist­a, que fue pasado y es presente, traer a colación, por ejemplo, su pacífico enfrentami­ento con el pujolismo del que escribió que conduciría a la ruptura del pueblo catalán, y eso lo escribió el 1981. Como también escribió aludiendo al separatism­o que esa era la megalomaní­a y la ambición personal de algunos. Y no terminaría­mos con el viejo zorro Tarradella­s, si no fuese porque, por obligación y necesidad, vecinos, hay que poner estos días en la palestra que Salvador Illa fue concejal en un ayuntamien­to, cuyo alcalde se llamaba Romà Planas i Miró; que Planas i Miró fue una personalid­ad insigne del catalanism­o histórico no separatist­a, que se convirtió en secretario personal de Josep Tarradella­s y en modelo político para el Illa que, a pesar de la abstención y la pandemia, se llevó el pasado domingo el mayor número de votos en la Marca Hispánica, que ahora denominamo­s Cataluña.

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