Yo quiero verte danzar
Como los zíngaros en el mismo desierto, con candelabros encima, o como los balineses durante los días de fiesta.
Una semana más, la alcaldesa de Castelló, Amparo Marco, tiene más razón que un santo. Y no me llamen pelota, queridos lectores, pues saben bien que no lo soy. Pero la polémica por la necesidad de que se construya el conservatorio de música y danza en la ciudad de Castelló clama al cielo, de eso no hay ninguna duda. La Consejería de turno debe poner la pasta encima de la mesa. Hoy. Esta misma tarde. Sin demora.
Yo quiero verte danzar, como derviches tourneurs que giran sobre la espina dorsal al son de los cascabeles del kathakali.
Los actuales alumnos de danza del conservatorio andan de prestado en el instituto de la ro
tonda de las cañas. Y por muy buenos que sean sus profesores, por muy buenos estudiantes que sean ellos, y por mucho cariño que le ponga el director del centro para que se sientan como en casa… (todas ellas estoy convencido que se cumplen a rajatabla), las infraestructuras no son las adecuadas. Y así no se puede seguir ni un día más.
Yo quiero verte danzar, y gira todo en torno a la estancia, mientras se danza, danza, y gira todo, como no, en torno a la pasta ¿y quién la pone?, la pone.
Castelló es la hermana pobre de la Comunitat Valenciana, al menos es lo que parece. Y poco importa tener consejeros de aquí en el Cap i casal. Llegan a Valencia y se olvidan de sus raíces. Algo tiene la poltrona que genera amnesia de conveniencia.