El covid asfixia a las oenegés de Castellón cuando más necesarias son
La desaparición de actos benéficos con los que financiarse y la escasez de ayudas ponen al límite a las entidades sociales Muchas asociaciones recurren a ERTE o prescinden de algunos servicios y otras contratan préstamos para afrontar los gastos
Su papel es más importante que nunca, pero la duración de la pandemia está cortando de raíz su capacidad de reacción. Las asociaciones y oenegés de Castellón, que dan soporte al llamado tercer sector, tampoco escapan a las devastadoras consecuencias del covid y cada día que pasa sus ingresos van menguando. Muchas cerraron el 2020 con las cuentas tiritando, y ahora no saben cómo hacer frente a todas las peticiones de ayuda de emergencia o asistencia social que les continúan llegando. Y si algo tienen claro todas es que la crisis social va para largo.
Omayra Serrano, presidenta de Cruz Roja Castellón, ha sido la primera en dar la voz de alerta. «Las demandas y necesidades de las personas son cada vez mayores y nuestra financiación cada vez menor. Afrontamos el 2021 con una fuerte reducción de ingresos en la financiación procedente de la administración, lo que nos lleva a tener que realizar reestructuraciones, cese de proyectos que contaban con esta financiación, y por ende, dejar de ayudar a un alto porcentaje de familias que, hasta el momento, eran atendidas con estos fondos y que tendremos que derivar a los servicios sociales correspondientes», describe.
Las estrecheces económicas que sufre Cruz Roja Castellón las viven también la mayoría de entidades que pertenecen a la plataforma del tercer sector de la Comunitat, entre las que se encuentran Cáritas, Cermi o la ONCE. «Todas las entidades hemos hecho un esfuerzo por atender y adaptar nuestros locales al covid y esos gastos se han costeado con fondos propios. Estamos pasando por un momento grave y la situación, desde luego, no es buena», explica Luis Vañó, presidente de una plataforma y que tiene su esperanza puesta en el reparto de los fondos europeos. De hecho, el tercer sector valenciano aspira a captar unos 23 millones de euros.
Hasta marzo del 2020, una parte importante de los ingresos de las oenegés y de las entidades sociales de Castellón procedían de actos benéficos. Mercadillos, torneos y carreras solidarias, conciertos, festivales infantiles en colegios... pero todas estas actividades que apuntalaban los presupuestos y permitían cuadrar las cuentas se han esfumado. ¿La consecuencia? Un agujero enorme en los ya débiles colchones de estas asociaciones que han obligado a muchas a hacer ERTE parciales o incluso a modificar la jornada de sus trabajadores. «Los ingresos se han reducido y no tenemos suficientes recursos. Y ante esta situación algunas asociaciones han optado por reducir servicios, otras están tirando de fondos propios y también las hay que han pedido préstamos para hacer frente a los gastos», explica Samuel Miralles, director de Cocemfe, federación integrada por 12 entidades entre las que destacan, por ejemplo, Alcer Castalia, AFA, Ateneo o Frater, y que cuenta con 1.800 socios.
Aspropace, que atiende a 120 usuarios con parálisis cerebral en Castellón, es otra de las entidades que se ha visto afectada por el parón de los actos benéficos. «Hace un año que no participamos en ninguna actividad destinada a la recaudación de fondos y, paralelamente, los gastos se han disparado, sobre todo para adaptar nuestras instalaciones a las nuevas condiciones sanitarias», cuenta su gerente, Ana Mínguez.
Equipos de protección específicos, mamparas o creación de espacios diferenciados para evitar contagios... las entidades sociales se han ido adaptando poco a poco a
la situación. Aunque más allá de lo económico, que importa, y no poco, la principal preocupación de estos colectivos entra de lleno en el terreno de lo emocional. «Por la pandemia, muchos usuarios de la residencia no pueden salir los fines de semana e irse con sus padres, tal y como hacían antes. Y eso se nota en su estado de ánimo. Tampoco hacemos salidas para ir al cine, a la playa...», dice Mínguez. Y esa factura será difícil de pagar.
El covid ha trastocado los programas con los que trabajan las entidades sociales de Castellón, pero todas han hecho un esfuerzo colosal por reinventarse. «Nos hemos adaptado rápidamente y hoy buena parte de las clases son on line », cuenta Carolina Ballester, presidenta de la asociación Síndrome de Down, que explica que aunque los ingresos vía actos benéficos se han reducido, la respuesta de las empresas lo ha compensado.
LUIS VAÑÓ
PLATAFORMA TERCER SECTOR CV «La situación por la que pasa el tercer sector es grave y ahora confiamos en la llegada de los fondos europeos»
SAMUEL MIRALLES
DIRECTOR DE COCEMFE «Algunas asociaciones han reducido servicios, otras tiran de fondos propios y las hay que han tenido que endeudarse»
ANA MÍNGUEZ
GERENTE DE ASPROPACE
«Hace más de un año que no participamos en ningún acto benéfico y esa vía de financiación se ha cortado en seco»
CAROLINA BALLESTER PRESIDENTA SÍNDROME DE DOWN «La respuesta de las empresas ha sido muy buena y eso ha suplido los recortes en otras fuentes de financiación»