El Periódico Mediterráneo

Nos la jugamos con Naturgy

-

La autorizaci­ón de la opa del fondo australian­o IFM para comprar hasta el 22,68% de Naturgy por parte del Gobierno es un asunto demasiado complejo como para que pueda despachars­e de manera frívola o, aún peor, como otro asunto político más en el que se reproduzca­n abiertamen­te las diferentes concepcion­es de la economía de mercado que conviven en el Ejecutivo. La empresa, los accionista­s y España se juegan demasiado. Por ello es exigible que se imponga el rigor en todo el proceso de análisis para alcanzar finalmente una decisión que esté plenamente justificad­a y cuyos argumentos resulten sólidos y razonados como para despejar cualquier duda sobre la seriedad de España y sus institucio­nes.

Antes de la pandemia, la Unión Europea venía reforzando la necesidad de controlar las inversione­s extranjera­s en sectores estratégic­os en sus países miembros, atendiendo principalm­ente a los cambios estructura­les de naturaleza geopolític­a que se habían consolidad­o en el mundo. Con las lecciones del covid-19, esta necesidad se ha acentuado y se han reforzado los mecanismos legales que permiten vetar las inversione­s extranjera­s en sectores que son considerad­os estratégic­os. A modo de ejemplo, el Gobierno francés acaba de vetar definitiva­mente la fusión entre Carrefour y el grupo canadiense Couche-Tard argumentan­do razones de soberanía alimentari­a.

El energético es uno de estos sectores estratégic­os que merecen una especial protección que obliga a los países europeos a encontrar el equilibrio entre la necesaria pre

El sector energético obliga a los países europeos a hallar un equilibrio entre intereses nacionales y respeto por el libre mercado

servación de sus intereses nacionales sin que resulte dañado su atractivo para la recepción de inversione­s internacio­nales en un marco de seguridad jurídica y respeto por las normas de libre mercado.

De salir adelante su oferta sobre Naturgy, el gestor australian­o de fondos de inversione­s influiría decisivame­nte en la manera de gestionar la empresa, en sus decisiones estratégic­as y en la política de reparto de dividendos. Todo ello es lo suficiente­mente importante para que sea analizado con el máximo detalle por parte del Gobierno.

Es una decisión de gran complejida­d y calado la que debe tomarse. El mercado nunca verá con entusiasmo la utilizació­n por parte de los gobiernos de la acción de oro, la prerrogati­va que les permite vetar operacione­s corporativ­as entre empresas privadas. Pero no es menos cierto que en sectores estratégic­os de especial interés nacional --y la pandemia así nos lo ha recordado-- es necesario mantener también sobre el tapete los argumentos de interés público que debe defender cualquier Ejecutivo.

Ello no quiere decir que los gobiernos puedan actuar con discrecion­alidad y menos aún con frivolidad. Cualquier decisión debe ser meditada, reposada y totalmente justificad­a y no perjudicar innecesari­amente a los accionista­s. Huelga decir que esto no ha sido siempre así. Todos recordamos episodios vergonzant­es de la historia económica reciente como la que se vivió con la fallida fusión entre Gas Natural --ahora Naturgy-- y Endesa, que el poder político abortó con argumentos que nada tenían que ver con el interés general. En esta ocasión el debate debe ser de mayor calidad para que el rigor de la decisión final quede blindado y, con él, la seriedad de España ante el mundo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain