Dormidos
Algún día, en los libros de historia se estudiará seguramente la época que nos ha tocado vivir; quizá ese día podremos al fin conocer la verdad de muchas de las cosas que nos han ocultado.
Probablemente esos mismos historiadores se preguntarán, no sin sonrojo, el por qué del adormecimiento de nuestra sociedad, ¿cuál fue el motivo por el que guardamos silencio ante tanta ignominia?
Quizá ese día sepamos cuántas personas fallecieron realmente por coronavirus en España, ya nadie duda que la verdad oficial ha ocultado su número real, pero nadie alza su voz contra ello.
Quizás sepamos también el motivo por el que el Consell no se preparó, pese a las alertas de salud mundiales, para lo que se nos venía encima; nadie responde a nuestros sanitarios por enviarles a luchar contra el virus sin EPI que les protegieran, nadie pregunta a la señora Mónica Oltra por dejar abandonados a los ancianos a su suerte.
¿Cuál fue la razón por la que no se investigó el cómo y a quién se contrataron los hospitales de campaña, o los abusos que cada día resultan más evidentes en los múltiples contratos efectuados por urgencia y sin control administrativo alguno durante la pandemia?
Hubo un tiempo en que nos alarmábamos por Roldán o Juan Guerra, por aquel juez Marino Barbero que persiguió la financiación ilegal del PSOE, ¿se acuerdan de aquel «ni Flick ni Flock»?, los mismos en suma del caso ERE, de las acciones de Ximo Puig o de las andanzas de sus hermanísimos, los mismos que ahora mienten impunemente a una sociedad dormida, relativista y a la que todo le parece dar igual.