El futuro de la información
Tras un año de tensas negociaciones, el Parlamento australiano ha aprobado una ley que obliga a las empresas tecnológicas a pagar a los medios de comunicación por sus noticias
La nueva legislación puede beneficiar a los gigantes mediáticos mientras daña a los más pequeños
Las multinacionales como Facebook o Google deberán informar de cambios en sus algoritmos
¿Qué pasa cuando se produce una colisión entre lo que quiere un país y lo que quieren los gigantes tecnológicos que operan en él? Australia está viviendo estos días una tensa pugna con Google y Facebook tras la aprobación de una proposición de ley que las obliga a pagar miles de millones de dólares a los medios de comunicación por sus contenidos. Una compleja batalla que puede sentar un precedente sobre el futuro de la información.
Después de un año de tensas negociaciones, el pasado miércoles el parlamento australiano pasó una reforma que establece que, en el caso de que ambas partes no lleguen a un acuerdo, un tribunal será quien decida la compensación por ese contenido de noticias. Al ser habitualmente las perjudicadas, las grandes tecnológicas detestan la intervención de un intermediario.
Google amenazó con salir del país, pero terminó llegando esta semana a un acuerdo con los gigantes mediáticos para pagar por incluir sus artículos en la sección de noticias del buscador. Facebook, sin embargo, optó por bloquear, sin previo aviso, la publicación y compartición de noticias en su plataforma. La decisión despertó críticas de políticos y activistas en todo el mundo. Aun así, ambas han regresado a la mesa de negociación.
Impacto global
La pugna entre Canberra y los gigantes tecnológicos se observa con atención desde distintos países del mundo, que también viven el impacto que esas plataformas ha causado en el ecosistema mediático. Canadá ha apoyado la medida, Francia ya siguió el mismo camino y en la Unión Europea empiezan a sondear regulaciones similares. Lo que suceda en Australia es clave por poder ser el preludio de un cambio de paradigma.
El debate es complejo y aborda un problema que viene de lejos. Google y Facebook se han beneficiado de poder agregar enlaces a noticias de medios de comunicación, mientras que estos han utilizado el altavoz de esas plataformas para hacer llegar su información a más ciudadanos. Sin embargo, el creciente poder de Google y Facebook las han convertido en un duopolio que absorbe la inmensa mayoría de la publicidad digital, secando la financiación de los medios y acelerando la precarización del sector.
La ley australiana va más allá de una guerra por el pago . Así, exige a Google y Facebook que abran sus algoritmos para informar a los editores, con 28 días de antelación, de los cambios en la divulgación de noticias. Claves en el funcionamiento de las tecnológicas, la configuración de los algoritmos determina qué informaciones se priorizan y recomiendan al hacer una búsqueda en Google o en el muro de Facebook.
Esta decisión, que sería como desnudar el mayor secreto de estas multinacionales, supone un cambio sin precedentes que cuestiona la relación que ha existido hasta ahora entre los Estados y las llamadas Big Tech.
¿Y el periodismo?
Con esta pugna, Australia quiere obligar a las tecnológicas a recompensar a los medios de comunicación, afectados por la irrupción de esas plataformas. Pero ¿qué pasa con el periodismo? «No existe ningún requisito de que ningún subsidio otorgado a los editores se gaste en la recopilación de noticias», señala el periodista Casey Newton en su blog Platformer. Además, la ley australiana excluye a los pequeños medios de recibir el pago de esas plataformas. «La propuesta actual amenaza con afianzar aún más a las grandes empresas de medios tradicionales y destruir la diversidad de los medios», denunciaron en septiembre un grupo de pequeñas webs.
La ley de Australia marca el camino hacia una nueva era para las tecnológicas. Sin embargo, lejos de poner punto y final al debate, abre nuevos interrogantes. ¿Y si en el proceso de combatir la concentración de poder de Google y Facebook se termina acelerando el dominio de los gigantes mediáticos que lastra al periodismo?