Cuidar la democracia
El martes se conmemoraban los 40 años del 23-F, el fallido golpe de Estado que durante unas horas puso en jaque la recién nacida democracia española. Es trascendental recordar la historia, para analizar los errores cometidos y nunca repetirlos.
Después de largos años de tiranía y represión, el 15 de junio de 1977 con las primeras elecciones democráticas, de nuevo se posaba la luz en el horizonte con la esperanza de nuevos tiempos de libertad y democracia. Por ello, cuatro años después, el intento fallido de golpe de estado reafirmó la necesidad de construir una democracia fuerte y reivindicar como valores fundamentales la igualdad, la libertad y la tolerancia.
Para muchas de las nuevas generaciones, como la de los millennials que no vivimos ese acontecimiento, es importante que nos concienciemos que después de mucho esfuerzo, mucha lucha y sangre derramada, disfrutamos de una democracia joven, que tenemos que reivindicar y defender, para que nadie la ponga en jaque. Es fundamental recordar. Aunque a la derecha y a la extrema derecha no les guste. Es por todo esto que la Ley de Memoria Histórica aprobada en 2007 gracias a José Luis Rodríguez Zapatero se vuelve imprescindible para preservar la dignidad de nuestra democracia. Una ley que quedó derogada de facto al dejarla sin fondos durante el mandato del Partido Popular, demostrando así una postura impropia de un partido demócrata.
Gozamos de una democracia, que con sus errores y sus aciertos, nos ha garantizado los años de mayor libertad. Contamos con unas reglas de juego dentro del ordenamiento jurídico, y con la herramienta fundamental de construcción de democracia; la política.
Es importante cuidarla. No me refiero a ir a votar cada cuatro años, lo cual también es esencial. Hablo de estar presentes y participar en las decisiones que tienen que ver con aquello público, así como también tener interés sobre lo que ocurre a nuestro alrededor para evitar la propagación de noticias falsas. Informarse, contrastar y analizar la realidad. No nos quedemos solo con la versión de una de las partes. Cuanto más sepamos, más podremos exigir a aquellas personas que gobiernan.
Vivimos momentos convulsos en los que cada vez más, la sociedad reclama que los responsables políticos dejen los intereses partidistas y velen por el interés general. Como decía en su afirmación más que conocida John F. Kennedy; «No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país». No podemos mirar hacia otro lado y esperar a que un gobierno lo solucione todo. Los ciudadanos y ciudadanas también somos responsables de nuestro propio destino, a través de nuestras acciones o comportamientos.
Soy un firme convencido, como he escrito en otros artículos, que la política es la mejor herramienta democrática para solucionar los problemas de la ciudadanía. Por ello, no podemos obviar la historia que vivieron nuestros padres, madres, abuelos y abuelas. Tenemos que aprovechar las herramientas que nos da el sistema democrático para mejorar la vida de la ciudadanía más cercana. Hay infinitas formas de participar en la vida pública. Las personas que nos dedicamos a la política seguiremos trabajando duro por un país, región o ciudad más próspera y con más justicia social. No obstante, es la ciudadanía implicada la que engrandece y honra el sistema democrático.