El Periódico Mediterráneo

Sánchez y Casado ultiman su gran pacto e inician un nuevo ciclo

Gobierno y el PP preparan, al no haber elecciones, la renovación del Poder Judicial El líder de los populares se reafirma en su divorcio de Vox pese al «coste» electoral

- PILAR SANTOS JUAN RUIZ SIERRA mediterran­eo@elperiodic­o.com MOSTRAR LA «UTILIDAD» DEL PP BAJAR LOS «DECIBELIOS»

La alocución de Sánchez sobre el estado de alarma evidenció el mejor tono entre ambos políticos Los socios de la coalición también quieren recomponer su relación, dañada en múltiples frentes

Pasadas las elecciones catalanas, España se prepara para vivir 20 meses sin ningún tipo de llamada a las urnas, casi una excepciona­lidad tras unos años frenéticos con repeticion­es y adelantos electorale­s. En el horizonte solo se sitúan los comicios andaluces, previstos para finales del 2022. Esta circunstan­cia ha llevado a Pedro Sánchez y Pablo Casado a bajar el pistón e iniciar una nueva etapa que se escenifica­rá de forma inminente con el primer gran pacto después de dos años y medio en sus puestos y una pandemia: la renovación de los órganos constituci­onales. Los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el Tribunal Constituci­onal, el defensor del pueblo, el Tribunal de Cuentas y el Consejo de RTVE y la Comisión de Transparen­cia iniciarán una nueva andadura, dejando atrás sus mandatos caducados.

El acercamien­to entre ambos dirigentes se empezó a ver en el Congreso. Si el martes, el protocolo realzaba el papel de jefe de la oposición de Casado, con la invitación al almuerzo con el Rey para recordar el triunfo de la democracia el 23-F, ayer fue la comparecen­cia de Sánchez sobre el estado de alarma la que sirvió para detectar el mejor tono entre ambos.

El jefe del Ejecutivo destacó que, sin elecciones a la vista, es un buen momento para «recorrer juntos el tramo final» de la pandemia y colaborar en la recuperaci­ón económica. Sánchez señaló a Casado que no se alegraba de ver a su formación «desaparece­r de territorio­s enteros», porque España necesita un «centrodere­cha potente» que haga frente a la «amenaza real» de la ultraderec­ha.

Casado subió a la tribuna con el discurso escrito, lo que le permitió mantener un tono más tranquilo del habitual. El máximo dirigente del PP se ha abierto a renovar el CGPJ y el resto de órganos, tras haberse negado durante dos años. Tenía miedo de que Vox utilizara ese pacto. En verano no quiso por la moción de censura de Santiago Abascal en octubre. Y, después, por la campaña catalana. Nunca se sabrá cuál habría sido el resultado de haberse firmado antes. Sin esa baza, la ultraderec­ha lo ha vapuleado: 11 escaños a 3.

El dirigente popular, pese a este nefasto desenlace, se reafirma en el divorcio de Vox que anunció en octubre. «Yo sí di un paso adelante, y no daré ninguno atrás. Le dije en su investidur­a que la tarea que usted y yo debemos compartir es ensanchar el espacio de la moderación y hacerlo tan grande como para que los dos podamos ganar dentro de él. Yo ya hice mi parte, consciente de su coste a corto plazo», admitió.

Casado ha conversado con los barones de su partido con más poder (Alberto Núñez Feijóo, Juanma Moreno y Alfonso Fernández Mañueco) y ha podido escuchar consejos para que no dude de que la ruptura con Vox fue acertada, porque debe mostrar la «utilidad» del

PP, según fuentes de los dirigentes territoria­les. Con sorna, Sánchez aconsejó a los populares que «prueben otra estrategia, que prueben los acuerdos» con el Gobierno. «A lo mejor les va mejor», dijo.

Los dirigentes de Podemos respiran cierta tranquilid­ad ante el inminente acuerdo. Los morados dan por hecho que el PSOE cumplirá su palabra y habrá vocales en el CGPJ propuestos por ellos, algo que el PP rechazaba. El veto de Casado a que hubiera afines al partido de Pablo Iglesias en el órgano de gobierno de los jueces se aleja. Los socialista­s siempre dejaron claro que no iban a plegarse ante esta condición del PP.

Los socios de la coalición también quieren que la ausencia de elecciones sirva para recomponer sus relaciones, muy dañadas en los últimos meses en múltiples frentes: leyes de igualdad, alquiler social, reforma del Código Penal y monarquía, entre otros. Iglesias y Sánchez mantuviero­n una conversaci­ón el martes, en el Consejo de Ministros, y se reunirán la semana que viene. «Tendremos dos años para trabajar con algo más de sosiego. Hay que reducir los decibelios», le dijo Sánchez al portavoz parlamenta­rio de Podemos, Pablo Echenique, quien abogó por «naturaliza­r» las diferencia­s dentro del Ejecutivo. Tanto uno como otro dejaron claro que la coalición, pese a los continuos desencuent­ros, no está en peligro. Ha habido momentos en los que la paciencia de las dos partes se había agotado, pero ninguna busca la ruptura. Los morados no quieren volver a la oposición. Y los socialista­s, aunque añoran gobernar en solitario, son consciente­s de que un cisma les llevaría a convocar elecciones o a sufrir, con solo sus 120 escaños, un calvario en cada votación del Congreso. Pero el retorno a la unidad en el seno del Gobierno no parece fácil. Las diferencia­s entre los dos socios son amplias, y de contenido. Sobre todo, en dos temas, alquileres e igualdad.

tavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, cuando, en el primer día de disturbios, apoyó a los «jóvenes antifascis­tas pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles».

Pero el diputado de Vox no lo entendió así al denunciar el «silencio» de Marlaska y Sánchez «mientras bandas violentas de extrema izquierda saqueaban comercios» porque «una parte del Gobierno le estaba echando un pulso a la otra utilizando hordas violentas y la figura de un delincuent­e reincident­e».

Precisamen­te, el vicepresid­ente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, acusó a Vox de ser la «única» fuerza política parlamenta­ria que «hace apología del terrorismo» y que «alienta y practica la violencia callejera», después de que la diputada Macarena Olona le reprochara los ataques de sus «hordas».

En un encontrona­zo dialéctico, la secretaria general del grupo de Vox y el líder de Unidas Podemos se mostraron recíprocam­ente varias fotografía­s con las que pretendían demostrars­e mutuamente su complicida­d con actividade­s violentas.

El rapero también fue motivo de alusión por parte del secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea, quien bromeó ayer alegando que entendía el apoyo que brinda Podemos a Pablo Hasél, tras ser condenado por diversos delitos, pues le considera el «perfecto candidato» de la formación morada, dado su historial delictivo.

García Egea contrapuso el currículum de un hostelero, que tiene a 38 trabajador­es en erte «y no ha recibido ni una sola ayuda» del Ejecutivo con el de Hásel, condenado a prisión por agresión a periodista­s, injurias a la corona, enaltecimi­ento del terrorismo y por coacciones a un testigo. Por tanto, apuntó que es el perfecto «candidato de Podemos», que defiende a «delincuent­es» y «violentos» mientras que en el PP lo hacen con los integrante­s del sector de la hostelería.

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Casado atiende el discurso de Pedro Sánchez, ayer.
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MARISCAL / EFE
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EUROPA PRESS Manifestan­tes a favor de Pablo Hasél el martes en Barcelona.

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