Cuidar la democracia
Querido/a lector/a, para una persona de mi edad y circunstancias, el 23-F del golpe de Estado nunca será una fecha cualquiera. Lo digo porque en esa época cumplía 30 años, militaba en el Partido Comunista de España y, en consecuencia, como tanta gente de mi generación y compromiso, tenía conciencia de que veníamos de un doloroso pasado, de otro golpe de Estado (contra la ll Republica), de una guerra civil con cifras de odio y exterminio de holocausto, de 40 años de dictadura que violó derechos y libertades, de un país roto que nunca construyó una identidad democrática y compartida por ganadores y perdedores, de un largo aislamiento internacional, de haber perdido la convergencia con los países más avanzados...
Pero, al mismo tiempo, también quiero señalar la singularidad de esa fecha porque en esos momentos, en España ya existía la Constitución del 78 y el espíritu que la hizo posible, el que expresaba la vocación colectiva de convivir en un marco de todos y democrático y, como pocas veces en nuestra historia, permitía mirar al futuro con esperanza. Por lo tanto, al menos para mí, el 23-F del golpe de Estado, repito, nunca será una fecha cualquiera porque por instantes, horas... representó el dolor y la preocupación de perder la nueva y reciente ilusión democrática, de repetir nuestra desgraciada historia y volver al pasado de la España cainita, atrasada, poco moderna y nada europea ni democrática... En ese sentido soy absolutamente partidario de aprovechar la fecha para celebrar la victoria de la joven democracia contra el golpe de Estado y, sobre todo para explicar a las nuevas generaciones que no han conocido la dictadura ni el 23-F, ni a Franco ni a Tejero, la importancia y la fragilidad de la propia democracia y la obligación de cuidarla desde la solución de los problemas que sufren los ciudadanos.