Mientras Israel tiembla
Ante la posibilidad de que Biden retome el pacto nuclear con Irán, los palestinos convocan las primeras elecciones en 15 años
El relevo en la Casa Blanca se vive con enormes expectativas entre el mar Mediterráneo y el río Jordán. Tras perder a su mejor aliado en décadas, Israel exige a Joe Biden el mínimo retroceso en los transgresores gestos que hizo Donald Trump para proteger al Estado judío. A la vez, desde los Territorios Palestinos, Mahmud Abbás ha convocado elecciones a modo de guiño para el nuevo presidente. Los escenarios de recelo son varios: la Corte Penal Internacional (CPI), Irán y Gaza. Mucho se espera de Biden a ambos lados de la Línea Verde.
Biden tardó casi un mes en llamar al primer ministro israelí. Binyamin Netanyahu trató de quitarle hierro: «Somos amigos, amigos cercanos incluso». Pero el anuncio de revisar las sanciones impuestas a la CPI o de retomar el pacto nuclear con Irán han hecho temblar a Israel.
«Hay un régimen cuyo objetivo principal es destruirnos», ha recordado en referencia al país persa. Netanyahu también ha exigido a Biden que mantenga las sanciones a la CPI. A principios de mes, el tribunal se declaró competente para investigar crímenes de guerra cometidos por Israel o Hamas en los territorios palestinos. En respuesta, Trump castigó a la corte bajo el pretexto de su intención de escrutar las acciones estadounidenses en Afganistán.
Tormentosa historia
Convencido defensor de la solución de dos estados, los palestinos miran con buenos ojos a Biden, especialmente tras la tormentosa historia con la Administración Trump.
La convocatoria de las primeras elecciones palestinas en 15 años busca ser un lavado de imagen. «Son un guiño para demostrarle a Biden que la Autoridad Palestina no es una autocracia, que tienen legitimidad democrática», aclara Marwa Fatafta de la red de analistas palestinos AlShabaka.
Pero los expertos alertan de que no será suficiente con la visita a las urnas. La tibia respuesta de Biden a la convocatoria de comicios sentó como un jarro de agua fría a Abbás. Además, una previsible victoria de los islamistas de Hamás en las elecciones traería problemas a la mesa de negociaciones con los israelís, estancada desde el 2014.