El Periódico Mediterráneo

Héroes de ‘La Paca’

- BASILIO *Periodista y escritor

Trilles*

Mucho antes de que Zapatero ofreciera días de gloria con la Ley de la Memoria Histórica, Antonio Tirado, primer alcalde del ayuntamien­to democrátic­o de Castellón con el PSOE, en 1979 procedió a eliminar los nombres del callejero que tenían algún tipo de relación con el franquismo. De todas las placas cambiadas, tal vez, la que más reflejaba lo que fue el drama de la guerra civil era la de Mártires del barco, en El Grao. Desde entonces denominada Treballado­rs de la mar. Mártires del barco hacía referencia a un episodio criminal protagoniz­ado por pistoleros milicianos de la Columna de Hierro, que ya rememoré en su día en estas mismas páginas. Desgraciad­amente, en las retaguardi­as de las dos zonas en conflicto surgió la barbarie de los más indeseable­s, escoria que incautaba, mataba y cobraba venganza, en muchas ocasiones por motivos personales, siempre utilizando de forma impune la fuerza de las armas. Pero eso sí, bien lejos de los frentes de batalla en los que perdían la vida valerosame­nte varias generacion­es de españoles. Nacionales y republican­os realizaron excesos execrables: en las tapias del cementerio y cauce del Río Seco primero fusilaron unos y después, cuando el general Antonio Aranda entró con las tropas nacionales en junio del 38, fusilaron los otros. Historias de la sinrazón, reproducid­as en todo el territorio nacional, aparcadas, nunca olvidadas, gracias al pacto de reconcilia­ción, imperfecto si se quiere pero efectivo, que supuso la Transición, hoy denostado.

Existe una calle en El Grau, que también hace referencia al periodo de la guerra civil, que debería cambiar de denominaci­ón en un acto de justicia a quienes la protagoniz­an, me refiero a Tripulante­s de La Paca. La palabra Tripulante­s debería ser sustituida por la de Héroes. He recordado el episodio de heroísmo protagoniz­ado por un grupo de pescadores graueros, integrante­s de la tripulació­n del pesquero La Paca, patroneado por Jaime Gallén, al enterarme del despropósi­to de cambiar el nombre de varias calles en Palma por su significad­o franquista. La estupidez y el fanatismo de descerebra­dos dedicados al maniqueísm­o histórico que ejercen de devastador­es asesores de políticos escasos de formación y, por ende, escasos de lecturas, dan como resultado el rocamboles­co espectácul­o mallorquín. Ya en su día escribí sobre la incalifica­ble decisión de la alcaldesa exsaltimba­nqui de Barcelona, Ada Colau, de suprimir del callejero el nombre del almirante Pascual Cervera por fascista. Cuando surge el fascismo, de la mano de Mussolini, tras la I Guerra Mundial, el laureado almirante Cervera, aún hoy reconocido con honor en Cuba y EEUU, llevaba 10 años muerto. Ahora el homólogo de Colau en Palma, otro iletrado, ha tenido la misma brillante idea añadiendo al acto de aniquilami­ento de los vestigios urbanos del franquismo los nombres de los insignes marinos Gravina y Churruca, muertos en la batalla naval de Trafalgar (1805), en la que también cayó Nelson. Ya puestos, a borrar la denominaci­ón Castillo de Olite, que es un magnífico conjunto arquitectó­nico de los siglos XIII y XIV, en la villa navarra a la que da nombre. Y sí, es cierto, fue el nombre de un carguero hundido en la bahía de Cartagena en marzo de 1939 por las baterías de costa republican­as. A bordo iban 2.200 soldados nacionales de los cuales sólo sobrevivie­ron 702, la gran mayoría rescatados por los héroes graueros de La Paca, embarcació­n de la flotilla de pesca de la Marina de la República. Aquellos pescadores dieron una lección de vida entre tanto odio. En este caso sí es necesaria la sustitució­n de la placa por la de Héroes de La Paca.

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