El Periódico Mediterráneo

El rinoceront­e naranja

- CARLOS Hidalgo* *Psicólogo clínico

Existe un principio, asumido por todos, que dice que al hablar la voz debe ser bajita y respetuosa, sobre todo con los niños. Si se alza la voz, que sea solo para cantar. Pero, en ocasiones, parece inevitable que los nervios se apoderen de uno, y que se acabe gritando a nuestros hijos, lo que acaba bloqueando el proceso de aprendizaj­e.

Además, produce un estrés emocional importante al activarse los recuerdos negativos, generando estrés, angustia y ansiedad. El cerebro solo aprende en un entorno de seguridad y protección. Y, no solo en los niños, sino también en adultos. Diferentes estudios han demostrado que se trabaja y se rinde mejor, en un entorno amistoso donde prime el respeto frente a los gritos.

A la hora de educar, existe un método en auge entre padres llamado el rinoceront­e naranja, mediante el cual los progenitor­es se ponen el desafío de intentar no gritar a sus hijos.

La autora eligió al rinoceront­e por su piel gruesa y dura, que les protege como una coraza, y por ser animales tenaces y naturalmen­te pacíficos, que solo muestran un comportami­ento agresivo cuando son provocados. Y el color naranja, por ser vital, enérgico y cálido al mismo tiempo.

El primer paso del método es poner un objetivo realista medido en «días sin gritar a los niños». Después, hay que identifica­r las actitudes y situacione­s que más alteran, para prevenir el hecho de levantar la voz.

Por último, mantener la calma realizando respiracio­nes profundas, marchándos­e un tiempo del lugar donde se está y lavándose la cara con agua fría, mientras se cuenta hasta diez.

Lo que se conseguirá con estos consejos es canalizar mejor la ira y cambiar la respuesta hacia los hijos en un momento de tensión.

La realidad es que no hay niños difíciles, lo difícil es ser niño en un mundo de gente que está todo el día ocupada, apresurada y sin paciencia. ( www.carloshida­lgo.es)

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