Arreglar lo que se estropea
La presagiada temida respuesta del técnico «le saldrá más a cuenta comprar una nueva que la reparación» puede quedar en entredicho. El Parlamento Europeo, en el marco de la transición ecológica, aprobó a finales del año pasado una ley que impone a los fabricantes de electrodomésticos y productos electrónicos de consumo, en aras de la durabilidad y sostenibilidad medioambiental, garantizar que puedan repararse durante al menos diez años desde su fabricación.
Se trata de poner coto a la denominada obsolescencia programada. Es decir, a un modelo productivo basado en la vigencia temporal limitada de los bienes de consumo para incrementar las ganancias de las empresas en un calculado proceso lucrativo de reposición. La incesante acumulación de basura, de electrodomésticos estropeados y su peligro potencial constituyen la finalidad de la norma junto a la necesidad de fomentar un consumo responsable que va a comportar un cambio de mentalidad, en contraposición al arraigado hábito de «comprar, usar y tirar». Será necesario, a la hora de adquirir el producto, informar al consumidor del periodo de vida del electrodoméstico y asegurar la existencia de piezas de recambio, así como la disposición de servicios técnicos oficiales. Dicha legislación forma parte del cambio del modelo de gestión de residuos actual por una verdadera economía sostenible y circular.
En el contexto de la pandemia, con una aguda crisis económica, volverán los manitas para proteger la delicada economía familiar. José María Torras