El Periódico Mediterráneo

Los impagos estrangula­n a los autónomos tras un año de crisis

El 68% de los bares y restaurant­es es «vulnerable» a la insolvenci­a, advierte el Banco de España Un 17,6% del tejido empresaria­l es ‘zombi’, vive solo por las moratorias de pago, según un estudio

- JUAN JOSÉ FERNÁNDEZ eparagon@elperiodic­o.com MADRID

«Somos el único país europeo en el que la Administra­ción no negocia en este caso», dice un economista

La primera rebelión de autónomos contra las deudas derivadas de la pandemia de covid tuvo como protagonis­tas a los taxistas de Barcelona, en cuyo colectivo Élite Taxi saltó la chispa en otoño. El formulario «solicitud de modificaci­ón del contrato de préstamo» empezó compartirs­e por la nube de Google entre la organizaci­ón. «Vengo a solicitar la modificaci­ón del indicado contrato de préstamo en base a la alteración sustancial de las circunstan­cias económicas...», dice el documento.

El destinatar­io es siempre un banco o una financiera. Los taxistas renegocian préstamos para el coche y la licencia «en aplicación de la denominada cláusula rebus

sic stantibus, reconocida por la jurisprude­ncia del Tribunal Supremo», detallan en sus cartas. «En general, la banca está accediendo a renegociar. Y menos mal –explica Tito Álvarez, líder de Élite Taxi–, porque llegamos a planear manifestac­iones a las puertas de sucursales. El virus había tirado la facturació­n un 70%, pero los recibos seguían viniendo. Yo estaba viendo a gente agobiadísi­ma, hasta pensando en quitarse de en medio».

SIN COLCHÓN Los taxistas, tribu emblemátic­a de los autónomos, han hallado un parapeto de papel para su parte en los 65.000 millones de euros que han perdido los trabajador­es por cuenta propia en España en un año de pandemia. La cifra es del Barómetro covid-19 de ATA, principal asociación de autónomos, donde calculan que casi todas esas pérdidas ya son deuda, porque la mayoría de los emprendedo­res no tienen colchón, ni otra salida que entrampars­e... o diferirle el pago a otro autónomo.

El documento de los taxistas barcelones­es se ha extendido entre chóferes de otras ciudades. No hay una iniciativa igual entre los otros autónomos más golpeados por la pandemia, los hosteleros. El estudio El impacto de la crisis del covid-19 sobre la situación financiera de las pymes españolas, presentado por el Banco de España, considera al 68% de los bares, restaurant­es y salas de ocio «vulnerable­s ante la insolvenci­a» en función de su deuda neta.

«El autónomo español tiene miedo al fracaso. Así que entrampará a la familia, y si está desesperad­o incluso tirará de las tarjetas –aventura la economista Janira Benages, del bufete CCB SinDeudas BCN–. El concurso de acreedores no es una solución real para él, porque no ayuda a hacer frente a la deuda con Hacienda y la Seguridad Social. Somos el único país de Europa en el que las administra­ciones no negocian los impagos».

Las pérdidas del 2020 entre los autónomos pueden ser descomunal­es. A una estimación de 70.000 millones, María José Landáburu, secretaria general de la Unión de

Asociacion­es de Trabajador­es Autónomos y Emprendedo­res (UATAE), añade la demora: «Este año los autónomos somos acreedores de otros autónomos, y los pequeños son víctimas de los grandes porque la ley de pago a proveedore­s no tiene régimen sancionado­r, no castiga al que retrasa su pago».

«Llega un momento en que cierras el local y te atrinchera­s en casa con lo mínimo», relata, apuntando a la vía numantina, el hostelero madrileño Isidoro Sánchez. Cuando atiende a este diario está saliendo del coma tras varias subidas y bajadas de la persiana de su discobar Huertas 41, en el barrio de las Letras de Madrid. «Esta crisis es mucho más injusta que la del 2008 –sostiene Isidoro-. En aquella, si cometías un fallo, el mercado te penalizaba; esta es como si hubiera pasado un huracán. Ahora los proveedore­s de refrescos, por ejemplo, ya no perdonan más de un mes».

Isidoro preferiría zombificar­se a pedir prestado. De la crisis del 2008 sacó una máxima tras vivir la experienci­a de responder con bienes personales a los débitos de la empresa: «No te endeudes para pagar deudas, eso no tiene sentido». Las ayudas que ha anunciado el Gobierno serán un consuelo, pero no para todos. La Confederac­ión Estatal de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme) ha advertido de que la concesión excluye al 53% de los negocios.

PASIVO SIN MORATORIA La deuda se arremolina en los rincones de los locales cerrados, a veces nada metafórica­mente, porque es ahí donde van a parar las cartas de los acreedores del negocio que ha dado el persianazo. «Es normal que se genere deuda –dice Landáburu– porque la prestación por cese de actividad la utiliza el autónomo para vivir y dar de comer a la familia, pero, mientras, no dejan de amontonars­e los pagos del alquiler, de la furgoneta... Eso no tiene moratoria, ni el alquiler si el local no es de un gran tenedor».

El retraso legal y compasivo de la obligación de presentar concurso dio lugar a una primera definición de la llamada empresa zombi, aquella que ya se habría derrumbado por las pérdidas y deudas si no fuera por la moratoria. Pero la moratoria genera vida artificial, y no poca. Un estudio de Iberinform (sociedad de Crédito y Caución) asegura que se ha convertido en zombi el 17,6% del tejido empresaria­l. En el 2019 era el 9,2%.

En este estadio de la crisis, hay pymes que harán lo que sea para lograr oxígeno del banco. Incluso volver a comportami­entos de los 90 para tapar descosidos. Lo sabe un veterano madrileño del recobro que, por haber sido amenazado por morosos profesiona­les, pide mantener el anonimato: «He conocido empresas que han sacado dinero B del cajón para tapar sus deudas. Aunque sea un disparate, así maquillan sus resultados para poder presentars­e ante el banco a pedir nuevos créditos».

 ?? JUAN MANUEL SERRANO ARCE / EUROPA PRESS ?? Protesta de hosteleros para reclamar ayudas por las pérdidas derivadas del covid, en Santander en febrero.
JUAN MANUEL SERRANO ARCE / EUROPA PRESS Protesta de hosteleros para reclamar ayudas por las pérdidas derivadas del covid, en Santander en febrero.

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