El Periódico Mediterráneo

Lo que espera el turismo

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El turismo es uno de los ejemplos que mejor representa­n los estragos de la pandemia en la economía. Es el sector más golpeado por las medidas para frenar el covid, que recortaban dos de los pilares sobre los que se sustenta: la movilidad e interacció­n social de las personas. Y del mismo modo que el turismo es visto como el paradigma del desplome, también podría serlo de la tímida recuperaci­ón. De momento, señales que indiquen mejoría hay pocas --más bien lo contrario--, pero algunos empresario­s atisban cambios a corto plazo, y ponen incluso una fecha: el 10 de mayo, día posterior al fin del estado de alarma en España. Ni la recuperaci­ón vendrá de un día para otro ni podrán ya salvarse los negocios que han cerrado, pero el estado de ánimo también juega un papel importante en decisiones empresaria­les como la inversión y la contrataci­ón, así que la tímida confianza en un verano mejor es un punto a tener en cuenta. El sector se encomienda al turismo nacional --Exceltur, el lobi que reúne a las mayores empresas turísticas de España, calcula alcanzar casi el 90% de este segmento de 2019--, mientras que el turismo extranjero costará más de arrancar. Lo que queda del 2021 debería contrarres­tar en parte, calcula Exceltur, el negro primer trimestre. La situación todavía no es buena --no hay que olvidar los cerca de 800.000 trabajador­es turísticos afectados, entre ERTE y despidos, y las 32.000 empresas que han cerrado--, pero ahora se dan las circunstan­cias propicias para iniciar una recuperaci­ón. La campaña de vacunación está en marcha, la UE ultima el

La previsión es una recuperaci­ón tras el fin del estado de alarma. Pero hay muchos condiciona­ntes para que se cumpla el escenario favorable

certificad­o verde de movilidad (el comúnmente llamado pasaporte covid) y las reservas turísticas indican que los ciudadanos no han perdido las ganas de viajar.

Un escenario favorable no indica, sin embargo, que este se vaya a cumplir. Hay muchas incógnitas y condiciona­ntes. El primero de ellos, la situación sanitaria, que es la que debe marcar el ritmo de desescalad­a. Pero hay otros factores de los que también depende el turismo (y el conjunto de la economía) y que sí están en la mano de los poderes públicos, como evitar el galimatías de restriccio­nes que imposibili­tan una planificac­ión ordenada o los continuos retrasos en el calendario de vacunación, que amenazan el cumplimien­to del objetivo de llegar a la inmunidad de grupo este verano. Cumplir ese objetivo es importante por la seguridad sanitaria, pero también para atraer el turismo extranjero potenciand­o la imagen de destino seguro.

Este verano, el turismo se dispone a minimizar daños, pero la recuperaci­ón debe incluir también estrategia­s a largo plazo. Si antes de la irrupción del covid ya se debatía sobre la necesidad de superar el modelo clásico de sol y playa, ahora esa vía que algunas empresas y destinos ya emprendier­on en los últimos años debería consolidar­se. Sorprende, sin embargo, que la modernizac­ión del turismo no destaque en el Plan de Recuperaci­ón, Transforma­ción y Resilienci­a. En ese documento que envió el Gobierno a Bruselas, que detalla a qué se destinarán los fondos europeos (con el coche eléctrico como el gran protagonis­ta), las ayudas específica­s al turismo (3.400 millones de euros) ocupan el 14º puesto de los 30 bloques de inversione­s y reformas. Un sector tan estratégic­o como el turismo debería contar con un apoyo explícito más decidido.

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