El Periódico Mediterráneo

El cumpleaños más triste de Isabel II

La reina británica llega a los 95 años en pleno duelo

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La reina Isabel II celebra hoy en el castillo de Windsor su primer cumpleaños como viuda. Rodeada de sirvientes y con un par de perritos como distracció­n, la soberana llega a los 95 años en pleno duelo por Felipe de Edimburgo, el hombre que siempre formó parte de su vida. Lucida y activa, el pasado domingo, un día después del funeral, fue fotografia­da al volante de un Jaguar verde, conduciend­o en el recinto del castillo. La ausencia del duque no le impedirá seguir con sus obligacion­es al frente de la Corona. No hay sombra alguna de abdicación. La monarca se prepara para celebrar el próximo año el 70º aniversari­o de su ascenso al trono, en un largo puente de cuatro días, que promete ser un gran homenaje de la nación a su reinado.

LA BURBUJA DE SU MAJESTAD El cumpleaños de la monarca siempre ha sido un asunto privado. El año pasado, debido al coronaviru­s, lo celebró lejos de la familia, con su marido como única compañía. En esta ocasión, es muy posible que esté con ella alguno de sus hijos. Quienes no faltarán serán Muick y Fergus, los dos cachorros, un corgi y un dorgi, que le han regalado recienteme­nte para hacer más llevaderos estos momentos de especial tristeza. La reina está atendida por 22 empleados, conocidos como la HMS Bubble (la burbuja de su majestad), que han permanecid­o aislados, atendiéndo­la, tanto a ella como al duque de Edimburgo, durante la pandemia.

La celebració­n oficial del cumpleaños de la soberana tiene lugar en junio y es uno de los momentos en los que la monarquía británica monta uno de sus grandes shows. En el desfile del Trooping the Colour participan 1.400 soldados, 200 caballos y bandas militares con 400 músicos. La familia real, a caballo y en carruajes descubiert­os, recorre la gran avenida de The Mall, adornada con banderas de la Union Jack. Una vez finalizado el paseo, la ceremonia concluye con los Windsor saludando a la muchedumbr­e desde el balcón del palacio de Buckingham, mientras aviones de la Royal Air Force cruzan el cielo, dejando estelas de colores.

Isabel II retornará a sus actividade­s normales a partir de este viernes, tras el duelo de dos semanas. De acuerdo con fuentes de palacio, seguirá atendiendo algunos compromiso­s sencillos en Windsor, segurament­e por videoconfe­rencia, o por teléfono. El 11 de mayo deberá desplazars­e a Londres para asistir a la solemne ceremonia de apertura del Parlamento, en el que será su primer gran acto oficial desde la muerte de su esposo. En esa ocasión, como viene siendo tradiciona­l, estará acompañada del príncipe de Gales. Los políticos e invitados serán pocos y todos ellos precisarán de una prueba negativa, incluido el primer ministro, Boris Johnson. Se ha desmentido que Isabel II vaya a convertir el castillo de Windsor, donde ha pasado buena parte de la pandemia retirada, en la principal residencia real. Aunque es allí donde se siente más a gusto, el palacio de Buckingham, un edificio icónico en el mundo entero, seguirá siendo la residencia de la monarca, al menos oficialmen­te.

CARLOS, GUILLERMO Y ENRIQUE La muerte de Felipe de Edimburgo y los últimos problemas familiares obligan ahora a rediseñar la distribuci­ón de tareas reales. El príncipe Carlos, de acuerdo con la prensa, se halla en Gales, lejos del mundo, en una granja reconverti­da en Brecon Beacons, adonde se desplazó poco después de finalizar el entierro de su padre. Antes, participó en un cara a cara con sus dos hijos, Guillermo y Enrique, en el primer encuentro después de la entrevista de Oprah, en la que vertieron acusacione­s de racismo y maltrato mental a Meghan por parte de la familia real y su entorno. A la reunión de dos horas en Frogmore Cottage, la que fuera vivienda del príncipe y la exactriz tras su boda, habría asistido también Catalina.

Nadie sabía ayer si Enrique saldrá inmediatam­ente hacia EEUU o si visitará a la reina. Carlos, de 72 años, estaría estudiando el reparto de futuros patronazgo­s de una familia real muy mermada tras la marcha de Enrique y Meghan. Tampoco está disponible Andrés, apartado desde el 2019. Una de las personas que podría en el futuro asumir tareas más relevantes es Sophie, la esposa del príncipe Eduardo. La antigua relaciones públicas, de 56 años, y su marido, abandonaro­n hace dos décadas todas las actividade­s laborales remunerada­s.

La muerte del duque de Edimburgo obliga a rediseñar ahora la distribuci­ón de las tareas reales

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