El Periódico Mediterráneo

La UE necesita acelerar

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El paso dado por los gobiernos de Alemania, Francia, Italia y España para urgir de forma conjunta la presentaci­ón por los países de sus planes de recuperaci­ón y, a la Comisión Europea, su aprobación sin demoras debe tener el efecto de acelerar la aplicación del programa de reconstruc­ción de 750.000 millones de euros aprobado en julio del año pasado. El propósito de las cuatro primeras economías europeas de cumplir con el requisito de presentar sus proyectos antes de que acabe abril y la exhortació­n a sus socios para que hagan lo propio a la mayor brevedad debe ser el resorte que active ulteriores trámites: la aprobación del programa europeo por los parlamento­s nacionales que aún no lo han hecho y, acto seguido, la aprobación por la Comisión y el Consejo Europeo de los proyectos de los estados. Un esquema de trabajo poco propicio para actuar con prontitud, pero que resulta imprescind­ible acelerar habida cuenta lo que está en juego: paliar cuanto antes los estragos económicos causados por la grave pandemia.

La coincidenc­ia de las cuatro economías en basar la vuelta al crecimient­o y la superación de la crisis en la transición ecológica y la digitaliza­ción de la economía, con un gran potencial transforma­dor, es de por sí motivo suficiente para reclamar que no se detenga la maquinaria. En el transcurso del próximo verano, la Comisión debería estar en condicione­s de poner en marcha el proceso de financiaci­ón de los programas mediante la emisión de deuda para permitir a los Veintisiet­e, si no emular, sí por lo menos acercarse a los instrument­os de activación económica aprobados en Estados Unidos por parte de la Administra­ción de Joe Biden. Y estimular la inversión y la creación de empleo en nuevos sectores.

A estas alturas de la crisis carece de sentido demorar los plazos más allá del tiempo necesario para analizar con rigor las propuestas que se presenten. El llamamient­o de los ministros de Finanzas de Alemania y Francia, Olaf Scholz y Bruno Le Maire, para que los rezagados pongan manos a la obra no es más que la punta del iceberg de la inquietud de las dos grandes economías europeas, consciente­s de que cualquier retraso agravará los daños causados por la devastador­a crisis. Hay una situación de emergencia que solo podrá suavizarse si se cumplen las previsione­s más realistas de crecimient­o del PIB --por encima del 6% para España--, pero para ello es preciso poder inyectar en el sistema los estímulos procedente­s de Bruselas. Aunque el funcionami­ento de la UE no tiene nada que ver con el de Estados Unidos, su dinamismo es un buen espejo en el que mirarse.

El esquema de trabajo que ha de conducir a la movilizaci­ón del programa de reconstruc­ción en Europa es intrincado, pero de igual modo no debe ser paralizant­e

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