El Vaticano invirtió en la industria de la píldora del día siguiente
La Secretaría de Estado de la Santa Sede fue accionista durante 20 años
Durante 20 años, la Secretaría de Estado del Vaticano, gobernada por el número tres de la institución, el cardenal Giovanni Angelo Becciu, fue accionista de las industrias farmacéuticas Sandoz (Novartis) y Roche, que producían las pastillas anticonceptivas conocidas popularmente como píldoras del día siguiente. Así lo ha revelado al programa Report de la Rai (la radiotelevisión pública italiana) el alto ejecutivo Libero Milone, nombrado en el año 2015 por el papa Francisco como «revisor independiente».
Según afirma Milone, el Vaticano invirtió al menos 20 millones que acabó retirando en el 2016 al asumir que habían cometido un inmenso «error» durante dos décadas, nada menos. «No tendrás límites para actuar», le dijo el Pontífice a Milone para ilustrarlo sobre los objetivos de su cargo. Por la cabeza de este exdirectivo de Deloitte Italia debió pasar aquella conocida frase del Quijote: «Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho». La sombra del conocido como Vaticano paralelo, la trama económica financiera que manejaba el cardenal Giovanni Angelo Becciu, destituido por Jorge Bergoglio hace un año para espanto de muchos católicos. Los motivos pa
Giovanni Angelo Becciu.
ra apartarlo emergieron tirando de los hilos de la opacidad vaticana. Además de la inversión farmacéutica destapada ahora, había perdido nada menos que 300 millones en la compra venta del edificio Harrod’s londinense, según reflejó el fiscal investigador.
Las incursiones financieras ocultas del Vaticano se han sucedido a lo largo de la historia. No es nuevo, viene de antiguo, de cuando los papas perdieron los Estados Pontificios (1870) y, desapareciendo la economía real (fábricas, molinos, etcétera), el Vaticano entró en el mundo de las finanzas para que los ingresos produjeran beneficios. Dado que había pocos curas, obispos y cardenales que entendieran de finanzas, los papas confiaron sus ingresos, generalmente donativos y alquileres, a financieros externos, más que encantados por el dinero en metálico que les llegaba.