Mazón exhibe fuerza y unidad en el PP para asaltar el Consell
El dirigente alicantino escenifica en València su tándem con María José Català para liderar el partido Promete la apertura de una proyecto que dé cabida a «liberales, conservadores y socialdemócratas»
Arey muerto, rey puesto. Apenas 24 horas habían pasado de la despedida entre lágrimas de Isabel Bonig cuando aquel que está llamado a ser su sucesor entró con paso decidido y aire triunfal en la sede del PPCV para presentarse como el nuevo líder que necesitan los populares en su camino hacia la reconquista del Consell. No hubo tiempo para lutos en un partido que lucha por subirse cuanto antes a la ola arrolladora provocada por Isabel Díaz Ayuso en Madrid. «Me veo capaz y con la fuerza necesaria para liderar un proyecto para todos y no solo para algunos», proclamó Carlos Mazón, poco antes de escenificar el clima de unidad que concilia su candidatura entre las principales familias de la organización autonómica en un acto que reunió en el Parterre a más de un centenar de cargos, excargos y militantes ajenos a viejas batallas entre campsistas y zaplanistas y deseosos de abrazar y de fotografiarse con el presidente de la Diputación de Alicante, el ungido por Génova para erigirse en el nuevo presidente del PPCV de cara al próximo cónclave regional del 3 de julio.
Las quinielas se cumplieron. Del lado de Mazón no se despegó
en ningún momento la presidenta del PP de València, María José Català, llamada a ser su número dos: primero se le ha asignado el rol de directora de campaña y, si todo sale según el guion previsto, ocupará la secretaría general en el futuro organigrama de la formación. El aspirante promovido por el aparato nacional del PP dejó clara su intención de ser elegido por aclamación. Para ello, intentará llegar a un «punto de encuentro» con José Vicente Anaya (ha mostrado su intención de presentarse y está respaldado por la corriente interna encabezada por Francisco Camps y Pedro Agramunt) para intentar evitar el efecto de división que pueden provocar un enfrentamiento directo en las primarias.
En su primer baño de cariño en València, Mazón se rodeó ayer del expresidente de la Generalitat Alberto Fabra, Salomé Pradas, senadora por Castellón, y de otros antiguos dirigentes y rostros visibles del partido como Fernando Giner, Antonio Clemente, Alejandro Font de Mora, Fernando de Rosa, Belén Hoyo o Vicente Betoret, estos tres últimos diputados nacionales próximos a Pablo Casado. También estuvieron presentes la mayoría de diputados autonómicos en las Corts (incluida Elena Bastidas, cercana a Bonig), el presidente provincial de València, Vicente Mompó, y varios diputados alicantinos, junto a alcaldes y concejales. En su primer discurso como aspirante oficial a la presidencia del partido, Mazón reivindicó una gestión de «acuerdos» y «consensos» en la diputación que preside para prometer una apertura del PP hacia un proyecto en el que tengan cabida todos, «liberales, conservadores y socialdemócratas». Ondeó la bandera de la libertad (educativa, sanitaria, para la actividad económica y «en los bolsillos de los ciudadanos») que tan buenos frutos ha cosechado en Madrid, a tiempo que agitó los viejos fantasmas que forman parte de las señas de identidad de la derecha valenciana, como el del catalanismo: comparó el modelo educativo valenciano con el de la «imposición catalana» y alertó sobre la agenda de Compromís.
También defendió la necesidad de reivindicar «sin complejos» un «orgullo de valencianía» apegado a la tierra «sin ceder ante Cataluña ni odiar a Madrid». En esa línea, reprochó al PSPV su senda federalista y a Ximo Puig que cargue contra el territorio donde se halla la capital de España por ser «un paraíso fiscal» cuando, a su juicio, es la Comunitat la que se ha convertido en un «infierno fiscal».