Imaginación y responsabilidad
Querido/a lector/a, leo en los medios que algunos ayuntamientos de Castellón, posiblemente los que tienen las fiestas más populares y señaladas del verano, desafían la propuesta de la Conselleria de Sanitat (de no permitir la realización de actos de esas características durante mayo, junio, julio y agosto) y anuncian que están dispuestos a organizarlas cumpliendo, eso sí, los protocolos de seguridad. Circunstancia que, en estos momentos, y a no ser que se reduzcan a puros y simples actos simbólicos, aún no queda claro cómo se puede compatibilizar el mogollón y la relación cercana que reclama la fiesta, con la distancia y la reducción de aforos que exige la seguridad ante el covid-19.
La cuestión es que, ahora y aquí, sobre el papel, les confieso que puedo entender a los dos partes. La gente se cansa de una realidad que tiene que ver con la soledad y la tristeza y, en consecuencia, sueña, porque lo necesita, con alicientes que le devuelvan a una cotidianidad y a una vida que, en esta parte del mundo, en el Mediterráneo, está maravillosamente relacionada con el sol, los otros, la cháchara, la compañía y la calle. Más o menos. Pero es ahí, en ese justo termino, cuando aparece el Consell, quien tiene la obligación de liderar un proyecto de desescalada que facilite esa convivencia, sin duda alguna, pero sin perder de vista la imprescindible protección de un bien común que, en el caso del covid-19, pasa por cuidar la vida de las personas y el necesario desarrollo económico y social. Si además añadimos que el País Valencià está siendo referencia del buen hacer porque los datos parece que van pintando bien, van albergando esperanza, no me extraña que Ximo Puig sea un tanto cauteloso. En todo caso, hoy toca exigir más vacunas y seguir vacunando, mañana la imaginación festera y la responsabilidad del Consell harán el resto.
*Analista político