El constructor regalaba joyas, bolsos, perfumes y champán a políticos y funcionarios
La UCO cifra en unos 150.000 euros el dinero que Febrer gastó en dádivas A mayor capacidad de influencia, mejor y más caro era el regalo para el soborno
Jaime María Febrer, el constructor valenciano al que los investigadores del caso Azud II sitúan como centro de la telaraña de corrupción que supuestamente tejió para obtener favores urbanísticos, principalmente (pero no solo) en el Ayuntamiento de València, gastaba entre 20.000 y 30.000 euros cada Navidad para agasajar a cualquiera que pudiese mediar con éxito en sus pretensiones urbanísticas.
Así lo estiman los agentes de la UCO que han investigado en los últimos dos años esta nueva trama de corrupción municipal en el consistorio valenciano entre 2005 y 2010, que cifran en unos 150.000 euros el dinero que Febrer habría gastado en regalos navideños como inversión en esos supuestos beneficios futuros de su empresa: Construcciones Valencia Constitución (CVC), extinguida durante 2013 tras un año en concurso de acreedores.
De hecho, la Guardia Civil, la Fiscalía Anticorrupción y la jueza creen que buena parte del gasto desplegado por Febrer en regalos y dinero en metálico no le llegó a dar los réditos deseados, porque la inesperada llegada de la crisis en 2008 dio al traste con sus planes.
El constructor, según la documentación intervenida por la UCO a lo largo de estos dos años de investigación, habría creado una especie de escala de sobornos. A mayor capacidad de influencia urbanística, más caro y mejor regalo.
EN ESCALA Así, para los primeros espadas eran los relojes Hublot y Breitling, las botellas de Moët & Chandon o Veuve de Clicquot, los bolsos, pañuelos y complementos de Loewe, Ermenegildo Zegna o las plumas de Montblanc más caras. A partir de ahí, iba bajando hasta llegar a los décimos de lotería, las billeteras más modestas o los jamones, que únicamente regalaba entre funcionarios de ayuntamientos menos importantes que el de València.
A ellas, tanto políticas como funcionarias, joyas (pulseras, pendientes y hasta broches), complementos, perfumes, bolsos y champán; a ellos, relojes, plumas, portafolios o las billeteras citadas.
LA RED SE EXTIENDE La documentación analizada hasta ahora ha permitido a los investigadores establecer que Febrer no se conformó, al parecer, con intentar corromper, supuestamente, a concejales y funcionarios del Ayuntamiento de València, sino que trató de extender esa telaraña a otros ayuntamientos, tanto populares (la mayoría) como socialistas.
A la Guardia Civil le constan alrededor de una decena de consistorios en los que el dueño de la extinta Construcciones Valencia Constitución (CVC) habría repartido regalos, tanto a alcaldes como a concejales y funcionarios de alto rango. Pero no solo recibieron sus dádivas políticos de la administración local. Entre los beneficiarios que constarían en los listados del afamado empresario habría varios ex altos cargos del PP y algún ex dirigente del PSPV-PSOE. Lo que ya no está tan claro es si llegó a recibir algo a cambio de esos regalos en el resto de municipios.
Esta vez lo más gordo de la última operación policial relacionada con la corrupción política se lo llevará, en términos de imagen, el PSPV, pero el PP valenciano no se escapa de este nuevo terremoto político-judicial que tiene su origen en un pasado que no consiguen enterrar. La detención del ex teniente de alcalde del Ayuntamiento de València, Alfonso Grau, en su día mano derecha de la exalcaldesa Rita Barberá, vuelve a poner el foco en la corrupción que campó a sus anchas en los tiempos de las mayorías absolutas y vuelve a ensombrecer un legado, el de Barberá y su núcleo duro, justo en el momento en el que los populares lo reivindicaban.