De récord
Gerard se convierte en el máximo goleador del Villarreal en Primera y guía al equipo a Europa
El Villarreal CF fue mejor. Salió a ganar, dominó desde el minuto 1 y superó una de las finales que le restan con el objetivo Europa. A día de hoy, el Submarino tiene abiertas tres puertas: Conference, Europa League y Champions. Con el triunfo en Pucela, se ha asegurado virtualmente la séptima plaza que le otorga un puesto en la nueva competición continental, sigue en la pelea por la quinta y sexta plaza, y posee la bola extra de ganar la final de Gdansk y jugar con la realeza europea. Se la jugaba ante un rival que pelea por eludir el descenso a Segunda y superó la presión de un partido tenso. Gerard Moreno y Capoue sellaron uno de los tres pasaportes posibles. Un triunfo de equipo grande.
La necesidad de ganar, sí o sí, marcó el tipo de partido que se jugaba en el Nuevo Zorrilla. Hambre contra ganas de comer. Valladolid y Villarreal iniciaban una cuenta atrás sin espacio para el error. Sus urgencias tenía un signo diametralmente diferente, más angustioso el de los de Pucela, pero prioritario como club para los amarillos estar en un torneo continental, con la bala extra de Gdansk.
Emery alineó su once denominado de gala y saltó al campo con la vista puesta en la portería del Valladolid. Intensidad, verticalidad, velocidad y ambición eran las señas del juego de los groguets. Su fútbol respondía a su marca identitaria, pero en su virtud encontraron su defecto los amarillos, porque las ganas de ganar se entremezclaron con un punto de aceleración y precipitación que concluía en falta de remates con peligro. El Submarino hacía mucho ruido, pero recolectaba pocas nueces. Su juego vistoso, con Gerard de catalizador en las fronteras del área rival, Trigueros y Parejo dirigiendo las maniobras, y los desdoblamientos de Peña y Pedraza por ambas bandas, no acababa siendo fructífero. Se palpaba ansiedad y ese es un mal enemigo.
El equipo pucelano perseguía el balón como si estuviera en el centro de un hipotético rondo que se jugaba en medio campo, el de los locales, pero defendiendo con solvencia y contundencia el espacio del área del portero Roberto. El contragolpe era su arma y aunque no apuntaba un peligro real, sí que sus llegadas alertaban de que en cualquier descuido podría llegar el susto. Tiros a puerta, con visos de amenaza consistente, no hubo por el bando groguet. Por el Valladolid, más de lo mismo. La
posesión de balón era de 35-65% del lado groguet. Pero peligro, lo que es peligro, escaso.
El empate no servía. Solo ganar. Los dos técnicos lo interpretaron de esa forma con cambios ofensivos. Sergio fue el primero en dar una vuelta de tuerca dando entrada a Sergi Guardiola y Alcaraz. Y a las primeras de cambio El Yamiq tuvo la más clara hasta ese momento, pero se estrelló en los reflejos de un Asenjo decisivo. Emery echó mano de uno de sus niños predilectos: Yeremi Pino. El Valladolid presionaba muy arriba, lo que era un peligro si Pau, como así fue, superaba esa primera barrera. El Mariscal groguet dio un pase magistral para otro genio como Gerard, quien se zafó de su marcador para conectar su zurda mágica y poner en ventaja al Villarreal. Era el gol número 22 del delantero amarillo. Los blanquivioletas no se quedaron en la lona, pero delante tenían un rival demasiado poderoso para sus fuerzas. Y en el descuento le cayó el segundo que dejaba al Valladolid con un pie en Segunda y al Submarino con una vía europea ya garantizada. Un gran Villarreal.