Libertad y libertinaje
La política posmoderna española es ridícula. Está desquiciada. A veces las derechas defienden postulados económicos de izquierdas, y las izquierdas hacen lo propio con planteamientos conservadores sin saberlo. El nivel cultural de nuestros políticos es tan bajo que muchos no saben qué es la socialdemocracia, o la democracia-cristiana, o el fascismo, o el comunismo, o el liberalismo. Algunos mezclan churras con merinas, hablan de lo que desconocen y se quedan tan anchos. Repiten como loros el mensaje marcado por sus jefes sin preocuparles hacer el ridículo. Saben que en ninguna empresa ganarán tanto dinero por hacer tan poco. Que fuera de la política no se premia en ningún caso la mediocridad.
Escuchar a la delegada del Gobierno en Madrid hablar de libertad y libertinaje me ha pues
to los pelos de punta. ¿Libertinaje? ¿En serio? Hablar de libertad y libertinaje era algo que hacían los políticos más rancios de Alianza Popular, allá por los años ochenta del pasado siglo, cuando querían desacreditar el aperturismo que mostraba el gobierno encabezado por Felipe González. Libertad versus libertinaje. ¡Vaya tela! Ese argumento era propio de la Falange Española y de las JONS o del Movimiento Nacional Católico.
Gran parte de nuestros políticos no solo carecen de la formación mínima necesaria para ejercer el cargo, al parecer ni siquiera tienen memoria. Simple y llana memoria. Los curas y monjas de los primeros años de la democracia ya hablaban de libertad y libertinaje. Que siga ese camino dialéctico un alto cargo público en la actualidad da muchísima pena.