El Periódico Mediterráneo

El balance del 15-M

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Se cumple ahora el décimo aniversari­o del 15-M, la revuelta de los jóvenes indignados a los que las consecuenc­ias de la crisis económica de 2008 condenaron a un sombrío presente y a un futuro sin expectativ­as, mientras que en el terreno político-económico se sucedían los recortes de los servicios sociales, los casos de corrupción o el rescate bancario. En la «revolución de las plazas», buena parte de la juventud española se levantó contra un sistema que no atendía a sus necesidade­s, que veían poco democrátic­o y en el que no se sentían representa­dos. El balance de estos 10 años tiene claroscuro­s, como todo en la vida, pero la influencia del 15-M en la política española ha sido notable y, entre otras cosas, supuso el fin del bipartidis­mo, institucio­nalizó las primarias en los partidos e impregnó la agenda política, hasta el punto de que ya se han aprobado medidas, como la renta mínima vital, entonces inimaginab­les.

Era difícil adivinar en aquel momento el impacto que tendrían en la política los jóvenes que acamparon en las plazas y que pretendían resetear el sistema para renovarlo de abajo a arriba. Solo el paso del tiempo ha permitido apreciar que la huella que han dejado en la última década ha sido grande. Buena parte de sus reivindica­ciones están en el programa del Gobierno de coalición del PSOE con Podemos, el partido que, junto a varias expresione­s políticas de implantaci­ón territoria­l, como En Comú en Cataluña o En Marea en Galicia, fue la encarnació­n orgánica del 15-M. Esos grupos, más la extensión a todo el Estado de Ciudada

Diez años después, la duda es si los desencanta­dos de hoy se sienten representa­dos por los partidos surgidos de aquella coyuntura

nos, un partido de otra procedenci­a, acabaron con el bipartidis­mo imperfecto que regía desde la Constituci­ón del 78, aunque durante un tiempo fueron un freno para la gobernabil­idad.

Los jóvenes del 15-M y sus representa­ntes políticos no han logrado «asaltar los cielos», por utilizar las palabras de Pablo Iglesias, pero forman parte del Gobierno español, del que el ahora dimitido líder de Podemos ha sido vicepresid­ente, y alcanzaron en las elecciones municipale­s de 2015 importante­s alcaldías como las de Barcelona y Cádiz, que conservan, y las de Madrid, A Coruña o Santiago, que perdieron en 2019. 2015 fue su mejor año. Podemos obtuvo 69 escaños en sus primeras elecciones generales, pero su arrastre electoral ha decrecido hasta los 35 diputados que tiene ahora. A este descenso ha contribuid­o en parte el personalis­mo de sus dirigentes, en particular de Iglesias, que ha lastrado sus expectativ­as y ha acabado por atomizar a la izquierda que nació el 15-M. En las recientes elecciones de Madrid, el partido de Íñigo Errejón, Más Madrid, no solo superó por segunda vez a Podemos sino que logró sorpasar a los socialista­s, objetivo con el que soñó Iglesias.

Ahora, tras el hundimient­o de Ciudadanos y la caída de las expectativ­as de Podemos, el bipartidis­mo podría recuperar la fuerza que parecía haber perdido durante esta década. No obstante, cunde de nuevo el malestar entre los jóvenes. Una vez más es la juventud la que sufre con mayor intensidad el impacto de la crisis, en esta ocasión la provocada por la pandemia: 40% de paro juvenil y empleos precarios y mal pagados. La duda estriba en saber si ahora los partidos del 15-M los representa­n o si el desencanto también les alcanza a ellos.

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