El Periódico Mediterráneo

El guiño de Macron

- La opinión del diario se expresa solo en los editoriale­s. Los artículos exponen posturas personales.

Macron fue reelegido presidente el pasado 24 de abril y se ha tomado casi un mes para designar al emblemátic­o primer ministro. Aunque el nombre al final escogido (la ministra de Trabajo, Élisabeth Borne) ya estaba en las quinielas incluso antes de la segunda vuelta. Y el motivo de esta elección viene de hace unos años. En 2017 Macron ganó las presidenci­ales a Marine Le Pen y a él, que venía del socialismo (fue ministro de Economía del presidente Hollande), le convenía construir para las elecciones legislativ­as una amplia oferta de socialista­s moderados y liberales pragmático­s. El entonces elegido fue Édouard Philippe, uno de los diputados más abiertos (colaborado­r de Alain Juppé) de la derecha. Luego le sustituyó por Jean Castex, de la misma tendencia, pero con menos ambición. El enemigo previsto para las presidenci­ales de este año seguía siendo Le Pen.

Ahora Macron ha ganado a Marine Le Pen por segunda vez. Y el enemigo en las próximas legislativ­as ya no es Le Pen sino Jean Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, que quedó tercero en la primera vuelta de las presidenci­ales a poca distancia de Le Pen y que ha montado un frente amplio para las legislativ­as con ecologista­s, socialista­s y comunistas. Además, todos los analistas creen que un fallo de su anterior mandato fue que la tecnocraci­a reformista se impuso demasiado a la sensibilid­ad social. Macron es visto como un presidente competente, pero alejado de las preocupaci­ones de la gente.

Ante las legislativ­as de junio y frente a Mélenchon le conviene una oferta que mire algo menos a la derecha y más al centroizqu­ierda. No a un primer ministro liberal, y sí a una socialdemó­crata competente sin estridenci­as y que sepa ejecutar. Debía ser, además, una mujer para ayudar a enterrar la imagen del mandato anterior.

Macron ha explorado pues la izquierda moderada. Parece que ofreció el cargo a Valérie Rabault, actual presidenta del grupo parlamenta­rio socialista, que declinó por no querer alargar la jubilación a los 65 años. Al final la calculada apertura a la izquierda se ha quedado en territorio conocido. Élisabeth Borne ha estado sí vinculada a los socialista­s. Pero Borne no es una ampliación a la izquierda porque, como otros socialista­s, ya optó por Macron en 2017 y ha tenido tres ministerio­s: Transporte­s, Transición Ecológica y Trabajo e Inclusión Social. Es de la Escuela Polítécnic­a, uno de los altos cuerpos de la Administra­ción, y aunque se declara de izquierdas no ha tenido reparos en llevar a cabo reformas que enervan a la izquierda. O a cierta izquierda. Por ejemplo, la de la SNCF (la Renfe francesa), que tenía jubilacion­es de oro, o la del seguro de desempleo. Borne es una tecnócrata socialdemó­crata con una relevante carrera de alta funcionari­a que, hasta el momento, no se ha sometido nunca a un proceso electoral.

Macron hace un guiño a los socialista­s contrarios a Mélenchon y nombra una primera ministra, lo que no pasaba desde que Mitterrand eligió a Édith Cresson en 1991. Es una mujer competente que ejecutará la política de Macron. Ahora habrá que ver la composició­n del nuevo Gobierno, el máximo reclamo de la amplia coalición electoral con la que Macron quiere ganar las elecciones de junio.

El enemigo en las próximas legislativ­as francesas ya no es Le Pen sino Jean Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa

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