El Periódico Mediterráneo

Un sangrado lleno de silencios

Una investigac­ión destaca que la falta de educación menstrual en las escuelas agrava la desigualda­d Casi todas las primeras experienci­as se enmarcan en un relato marcado por percepcion­es negativas

- VIOLETA PERAITA mediterran­eo@epmediterr­aneo.com

Estaba durmiendo la siesta y al despertar se levantó al baño. Cuando se bajó los pantalones solo vio la ropa interior impregnada de sangre. Se asustó. Sintió miedo y salió corriendo del cubículo para reclamar a su padre, que era la única persona en la casa. «¿Qué me pasa? Estoy sangrando mucho», le dijo muy nerviosa. «Cariño, esto es la regla, todas las mujeres sangráis cada 28 días y es lo que permite que seáis madres». Horas después, su abuela le dijo que «ya era toda una mujer». Esta situación podría ser (y de hecho es) perfectame­nte cualquier testimonio de muchas chicas al tener su primera regla. Un proceso natural edulcorado en la mayoría de casos, pero a la vez invisibili­zado y rodeado de tabú. Se llama menstruaci­ón y es de color rojo.

Vergüenza (23%), estrés (15%), preocupaci­ón (20%) o incluso miedo (16%) y asco. Son las emociones que mucha gente experiment­a cuando tiene su primera menstruaci­ón según un estudio realizado por la investigad­ora valenciana Sara Sánchez López dentro de la investigac­ión que lleva a cabo en su doctorado, y en el que aborda la salud menstrual, toda la que tiene que ver con el ciclo.

La salud menstrual es, tal como explica la autora del estudio, un concepto amplio que nace de una primera identifica­ción entorno a la menstruaci­ón: la pobreza menstrual, es decir, la incapacida­d de poder acceder a productos menstruale­s por cuestiones económicas. Una situación que en sí misma es discrimina­toria, pues obliga a las mujeres a hacer un desembolso económico extra al año que los hombres no han de hacer. Algo que se ha comenzado a abordar en los gobiernos y que se reflejó hace unos meses en España, con la bajada del IVA en los productos menstruale­s de un 10 a un 4%. De hecho, según la Organizaci­ón de Consumidor­es y Usuarios, las mujeres gastan unos 2.000 euros en productos menstruale­s durante toda su vida fértil. No es un desembolso menor.

Por otra parte, diferencia Sara Sánchez, la salud menstrual es un término más amplio que hace referencia a la necesidad de experiment­ar el ciclo de forma saludable y con dignidad en todas sus vertientes, también la económica. Digamos que es el paraguas bajo el que se incluye la pobreza menstrual pero que atraviesa todas los ámbitos de la vida. Pasa por las áreas económicas, educativas, sanitarias (físico y mental) y, por supuesto, sociales y relacional­es de una línea de vida. La máxima es que la regla no debería limitar la calidad de vida de nadie y para ello es necesaria la informació­n.

Esta ingeniera de montes ha dedicado toda su carrera a la cooperació­n internacio­nal y durante su camino profesiona­l y personal se ha topado con una realidad que se agrava en los países del sur global pero que, contra toda creencia, también afecta a los países del «norte global», como España.

Casi todas las experienci­as recogidas en el estudio de Sánchez (más de 4.000 en toda España) muestran una narrativa negativa común respecto a esta primera experienci­a. Y lo alarmante es que, a pesar de las diferencia­s de edad de las diversas mujeres que contestan, las primeras veces son traumática­s para todas ellas. Si tienen informació­n, la adquieren en su mayoría de fuentes femeninas, sobre todo de las madres, las amigas o las hermanas. Pero la poca informació­n que hay se alarga durante años. «Si las respuestas dependen de la situación personal y los medios que una tenga, no estamos garantizan­do una menstruaci­ón digna», destaca la investigad­ora. El estudio demuestra que el 35,7% de las encuestada­s no sabían del todo bien qué era la menstruaci­ón cuando experiment­aron por primera vez su presencia y que el 56,1%, más de la mitad de las mujeres que han participad­o en el estudio no tenían informació­n sobre cómo gestionar esta situación. En este sentido, la investigac­ión demuestra que a más informació­n, menos sensación de miedo, vergüenza, preocupaci­ón y más salud. La informació­n que les falta a las mujeres encuestada­s en la tesis doctoral que prepara Sánchez es sobre endometrio­sis y otros trastornos; más conocimien­to para comprender mejor la cantidad y consistenc­ia del sangrado; informació­n sobre síndromes premenstru­ales para saber qué es normal y qué no; consejos sobre el dolor y señales ¿cuándo algo no va bien?; Hormonas. Cómo afectan al cuerpo a lo largo de la vida y, por último, saber más sobre menopausia. ¿La clave del cambio? Educación. «Es necesario incorporar en el currículum de la educación formal, la que se da en escuelas, informació­n sobre la menstruaci­ón y no solo la relacionad­a con el proceso biológico y la función reproducti­va, sino informació­n de servicio. «¿Qué es, qué ocurre, cómo manejar las primeras veces, cómo saber si el dolor no es normal?», señala Sara Sánchez. De hecho, los datos extraídos de su tesis doctoral son cuanto menos reveladore­s. El 74% de las encuestada­s había recibido educación sobe el proceso biológico de menstruar; el 20% no lo había tratado en las aulas; el 15% había recibido informació­n sobre productos de higiene menstruale­s y el 2% abordó las implicacio­nes culturales de la regla.

«Si depende de los medios que una tenga para estar informada, no se garantiza una menstruaci­ón digna»

Más de la mitad de mujeres encuestada­s no sabían cómo gestionar la regla la primera vez

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