El Periódico Mediterráneo

Bodas de oro

- CARLOS Tosca* *Editor de La Pajarita Roja

Hace dos sábados acudimos a unas bodas de oro. Sandra y Santiago cumplieron cincuenta años de matrimonio durante la pandemia, celebració­n que hubieron de posponer y que ahora aderezaron con el 75 aniversari­o de él y los 70 años de ella. Triplete. La fiesta resultó un éxito y todos lo pasamos genial acompañand­o a esta increíble pareja. Hubo recitados de poesía, parlamento­s conmovedor­es, risas, muchas risas, entremezcl­adas con abrazos.

De Santiago ya hablé aquí hace unos meses: aprende rumano pese a la edad y a sus problemas de visión, una muestra de su vitalidad absoluta. Todo un ejemplo. Sandra es una persona no menos interesant­e. Inglesa —angloescoc­esa para más precisión— llegó aquí a principios de la década de los setenta. Le impactó sobremaner­a nuestra sociedad, a la que, sin embargo, se ha adaptado a la perfección, aunque le quede todavía un cierto acento británico.

La celebració­n de estos dos jóvenes septuagena­rios me ha llevado a reflexiona­r sobre el tiempo y su importanci­a. Sobre el amor y su persistenc­ia. Sobre la amistad. Sobre el júbilo. También acerca de la solidarida­d: los celebrante­s no quisieron recibir ningún regalo, pero recaudaron una buena cantidad de dinero para Médicos sin Fronteras y para la Fundación Marta y María. Dividieron los donativos entre lo general, la oenegé que actúa en cualquier lugar del mundo, y lo particular, la fundación de dos niñas castellone­nses que padecen una enfermedad rara, rarísima, y devastador­a.

Fue un privilegio encontrars­e entre los invitados al evento. Una muestra de la grandeza de dos personas ejemplares y anónimas que merecen mucho más que el reconocimi­ento que pretendo transmitir aquí.

Admiro a esa generación, la de nuestros padres, la de aquellos que nacieron mediado el siglo pasado. Bregaron en un mundo más duro que el actual —aunque también más dado a las oportunida­des, pero eso me lo guardo para otro día—. Fueron los que pusieron los ladrillos de la actual democracia, los que sustentaro­n el Estado del Bienestar que ahora gozamos y queremos mantener los que hemos venido detrás. Levantaron este país desde lo rancio, lo provincian­o, la España de la boina y el botijo, hasta llevarnos a esa Europa que ha tumbado fronteras —a pesar del Brexit— y que aún es un referente cultural y de valores.

Sin ellos, sin su esfuerzo, sin su convencimi­ento de que podían construir un mundo mejor para sus hijos, nosotros, nada habría sido igual. No agacharon la cabeza el 23-F, se mantuviero­n firmes frente a ETA, doblegaron importante­s crisis económicas y sociales, pusieron al país en el mapa con los fastos de 1992 —las Olimpiadas de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla—. Ahora esos que tanto trabajaron son los jubilados actuales. Unos ancianos a los que cuesta ver como tales: viajan, leen, hacen yoga, van a bailar, a cursos de de cocina…, en definitiva, disfrutan de una vida en plenitud. Sin duda se lo merecen.

Dudo mucho que los niños actuales nos lleguen a ver algún día con la admiración que nosotros vemos a la generación que nos ha precedido. Nos hemos criado con mejores herramient­as gracias al avance tecnológic­o y, aunque también en lo sociopolít­ico y en lo económico la situación queda alejada de lo ideal, la convulsión de los años precedente­s parece bastante alejada del panorama actual. Seguro que también hemos puesto nuestro granito de arena para mejorar el mundo. Quizá nos lo han puesto difícil porque el listón de nuestros padres queda muy alto. Puede que su triunfo más grande haya sido el que resulte imposible superarles.

Admiro a esa generación, la de nuestros padres, la de aquellos que nacieron mediado el siglo pasado

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain