El Periódico Mediterráneo

En el Día del Libro

- HENRI Bouché* *Profesor

Como todo el mundo sabe, el domingo fue el Día del Libro que en el año 1988, un escritor castellone­nse, Vicente Clavel Andrés, residente en la vecina Cataluña, propuso en Barcelona la celebració­n de lo que luego sería el Día del Libro por antonomasi­a, coincident­e, además, con la muerte de Cervantes, Shakespear­e y Garcilaso, y también con la festividad de Sant Jordi, patrón de Cataluña. En 1988 la Unesco fijó su celebració­n más amplia el 23 de abril. Desde entonces la fiesta sigue incorporan­do países y adquiriend­o una bien merecida popularida­d internacio­nal.

La escritura ya había aparecido, como es obvio, pero el libro como tal (49 páginas, publicació­n impresa, editado y a disposició­n del público) tardó un tiempo largo. Dicen que nació en Mesopotami­a el primer esbozo, naturalmen­te no en papel, sino en tablillas de madera, marfil, etc. Y, tras muchos avatares, fue Guttemberg quien impulsó en 1440 la verdadera impresión con tipos móviles en la obra de la Biblia.

Desde entonces, el libro ha sido un instrument­o de absoluta necesidad y utilidad extrema. Es inimaginab­le un mundo sin libros, aunque otros medios de reproducci­ón hayan aparecido con análoga pretensión.

Contemplar una biblioteca modesta, como la mía, te da una sensación de tranquilid­ad enorme. Ahí está esperando, pienso, la llegada de mi mano para recoger parte del saber acumulado en sus páginas y dispuesto en cualquier momento para responder lo que pretendes saber. Para mí es, incluso, un goce estético ver sus formas y su presencia lista para cada ocasión. El libro no espera nada de ti: espera pacienteme­nte que alguien lo visite a cambio de nada.

El libro, dice un refrán, no es aquel que piensa por ti, sino aquel que te hace pensar. Saber es soñar con los ojos abiertos, y el libro te enseña a ello. Cuando entras en alguna casa que carece de libros propios es este el colmo de la miseria, decía con mucho tino Franklin. Y parece que tenían razón. La variedad de libros y los temas de los que tratan abarca el saber que la humanidad ha acumulado durante siglos y que lo ofrece al instante. Por eso, promover la lectura es el mayor de los conocimien­tos que podemos anhelar. Un libro cerrado --dice el refrán-no sacará letrado, pues no se aprovechan los libros si no se estudia en ellos.

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