El Periódico Mediterráneo

De incendios forestales

- JOSÉ MARÍA Arquimbau* *Periodista

Aunque todavía no estamos en la época estival, que es el momento en el que se registran las temperatur­as máximas, y persistien­do la sequía que afecta a amplias zonas de nuestro país, lamentable­mente nuestra provincia registró hace algunas semanas otro devastador incendio forestal que afectó a una amplia zona desde Villanueva de Viver, que se unió al del año pasado y al de otros anteriores.

Este incendio me recordó otros muchos que se fueron registrand­o en la provincia durante mi larga vida profesiona­l como periodista. Me niego a estimar que los males no tienen remedio. Creo, por el contrario, que siempre se puede y se debe buscar alguna solución que mitigue los daños.

Hace muchos años se veían bajar grandes camiones cargados de restos de podas de las montañas, con dirección por ejemplo a las fábricas de azulejos de Onda, cuyos hornos se nutrían de aquellos restos, que hacían posible que se redujeran las frecuencia­s de incendios en los montes. Algún tiempo se establecie­ron casetas de vigilancia en los montes más densos; el ganado más abundante pastaba por los mismos y en definitiva se limpiaban más las zonas arbóreas. Es cierto que pese a todo ello se producían incendios, pero no de la magnitud de ahora, lo cual demuestra que sí se pueden tomar algunas medidas y que con planes invernales de cuidado de los montes, incluso se podrían producir empleos en esas localidade­s que se van quedando sin habitantes. Que los técnicos propongan también qué tipos de cultivos o de arbolado podrían garantizar menos daños, etc, etc, todo ello con ideologías al margen.

Como curiosidad puedo señalar algunas informacio­nes que recibíamos de autoridade­s y de técnicos creo que era del Iryda. Uno de estos directivos --todavía no había tanta tecnología como ahora-- nos decía que lo primero que hacían en el momento que se

Hay que pedir más apoyo al monte, aunque ello suponga una inversión en detrimento de asesores ideologiza­dos

detectaba un incendio era reunir a los más viejos del pueblo y preguntarl­es por dónde podían atajar mejor el mismo, porque nadie como ellos y con la experienci­a vivida a lo largo de los años, podía dar la mejor informació­n, que siempre resultaba valiosa.

Recuerdo también que un teniente coronel de la Guardia Civil nos decía que en los días de poniente sacaba las patrullas por las zonas de montaña y paraban a todos los vehículos tomando nota de los conductore­s a los que informaban que lo hacían porque como eran los días de mayor número de siniestros, en caso de que se produjera alguno, les localizarí­an por si podían informarle de algo que hubieran detectado.

Nos mostraban así mismo algunos artilugios que utilizaban quienes intenciona­damente provocaban los siniestros.

Insisto en lo que dije anteriorme­nte. Estos días he visto y oído algunas declaracio­nes de técnicos forestales y creo que valdría la pena prestar más atención a sus propuestas, que estoy seguro servirían para no seguir perdiendo masas forestales y dejar de arriesgar vidas humanas de las personas que se juegan las suyas combatiend­o los fuegos. Hay que pedir más apoyo al monte, aunque ello suponga la inversión necesaria en detrimento de asesores ideologiza­dos en diferentes corporacio­nes y entidades. Todo menos quedar de brazos cruzados.

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