Una carta necesaria
Querid@ lector/@, es evidente que, estos días, hablar y escribir de inteligencia artificial (IA) está de absoluta actualidad. No es de extrañar, porque es algo que afecta plenamente a la vida de los seres humanos y su organización política y social y, además, no para de crecer. Por lo tanto, repito, ni me extraña ni miento cuando digo que en apenas unos días, una semana, he visto un reportaje en la tele sobre Geoffrey Hinton (el padrino de la IA que dejaba Google, alertaba del peligro de la tecnología que se está empleando en la IA y pedía frenar temporalmente los trabajos en ese área), he leído una entrevista (en la prensa) que le han hecho al investigador de la Politécnica de Valencia José Hernández-Orallo, me he aprendido casi de memoria tres artículos escritos, respectivamente, por el catedrático en filosofía política Daniel Innerariti, la doctora en IA por el MIT Nuria Oliver y el profesor de la UJI Álex Rubio… Por cierto, no todo acaba ahí, por si lo dicho no era suficiente, también durante esta semana, me he leído, porque lo presentamos a la limón el día 12 en la librería Argot de Castellón, el maravilloso libro Mi alucinante con Peggy que, escrito por José Antonio Ruiz, trata sobre el mismo tema.
La cuestión es que después de este maratoniano esfuerzo por leer a los que saben e intentar actualizarme en poco tiempo y en materia tan compleja, solo me quedo con tres o cuatro frases que no escondo que son de otros, claro, pero tienen la virtud de que las entiendo y las comparto. Digo, simplemente, que no tengo la menor duda de que todo lo que hace referencia a la IA ha venido para quedarse. Cierto. Pero confieso que, según mi criterio, el de un profano, la carta de intelectuales, científicos y empresarios pidiendo una moratoria digital, puede ser alarmista y poco realista pero necesaria, ayuda a que la peña ciudadana tome conciencia de la realidad y participe en un mayor control y supervisión. En todo caso, hay que ir en cuidado en adaptar la tecnología a la humanidad y no al revés.