La vivienda protegida se desploma con solo 3.400 pisos en diez años
El nuevo reglamento aprobado el pasado viernes por la Generalitat busca resucitar un sector dormido Los promotores celebran la «seguridad jurídica» que les da el texto para ponerse a construir
La promoción de VPP lleva 10 años parada, pero la Conselleria de Vivienda quiere meterle un buen chute para reanimarla. Eso intenta el nuevo reglamento aprobado in extremis de acabar la legislatura y que actualiza precios y crea una sola zona para que los promotores vuelvan a ver atractivo levantar fincas. Es una necesidad si miramos al pasado. Los datos de la Generalitat muestran un desplome de las viviendas protegidas que ha sido imparable. En la década de los 90 se construyeron 110.000 VPP, en los años 2000 la promoción bajó a las 59.000 viviendas, y en la década de 2010 tan solo se levantaron 3.453 casas.
En 2014 solo hubo dos expedientes para construir 35 viviendas. Veinte años atrás se construían, solo en 1994, 20.752 casas con 1.407 expedientes, la mayor cifra desde que se tienen registros.
«El sector llevaba casi una década dormido», confiesa Antonio Olmedo, presidente de la Asociación de Empresas Promotoras de València (Aprova). La variación de los tipos de interés, la falta de apoyos fiscales y subvenciones, y más recientemente el aumento de precios provocado por la guerra de Ucrania han provocado que la construcción de VPP sea cada vez menos rentable. Pero sobre todo hay una razón: «todos estábamos esperando al decreto que actualizara el precio por metro cuadrado, que llevaba sin tocarse diez años. Esa es la clave», explica.
El reglamento no solo pone el precio en 2.200 euros por metro cuadrado, sino que fija límites al alquiler del 25 % de los ingresos, deja en una zona única todo el territorio valenciano, y reserva para la Generalitat el derecho de hacerse con hasta el 100 % de una promoción privada en el caso de necesidad de vivienda. Pero sobre todo da «seguridad jurídica» a los promotores para volver a construir.
EL CLIMA DE LOS 90 La expansión de las VPP en los 90 se explica por dos motivos: las viviendas de protección se veían como un bien de primera necesidad, y porque se convirtieron en un motor de la economía como generador de empleo. «Se estima que la construcción de una vivienda genera entre tres y cuatro empleos directos», cuenta Olmedo. Pero la clave que las hizo tan atractivas fueron sus ventajas. El tipo de interés del mercado libre entonces se situaba
entre el 12 y el 15%, mientras que las VPP contaban con un interés topado del 4 o del 7%, además de ayudas y financiación de las cajas de ahorros o de bancos que las financiaban. Todos estos motivos les dieron un gran impulso, especialmente en Alicante.
En los 2000, las viviendas protegidas comienzan a perder atractivo por la bajada de los tipos de interés. Se van eliminando las subvenciones y ayudas y los tipos de interés bajan, lo que provoca que estos proyectos ya no sean tan atractivos. Pese a todo, continúan construyéndose gracias a los PAI que ampliaron los barrios de las ciudades y reservaron un 30% para las viviendas protegidas.
En la década de 2010 los tipos de interés llegan hasta el 0%. Sin ayudas, ni subvenciones, ni PAI, y con los precios por metro cuadrado completamente desactualizados (hasta ahora), la VPP se acaba de desplomar. La tarea de Conselleria ahora es revivirla.
En los 90 se levantaron 110.000 casas, en los 2000 fueron 59.000 y en la última década 3.000