El ¿último? libro
Con el equipo coronando su ¿brillante? clasificación para la liguilla de ascenso y la afición haciendo cábalas sobre el regreso a Castalia de históricos del calado del Deportivo o el Madrid B, por fin se presentó el libro oficial del Centenario del Club Deportivo Castellón y, claro, han regurgitado todos los problemas, filias y fobias que la Fundació ni supo ni quiso sanar.
Como quiera que esta sección ha hablado de todos los libros que ha merecido la efeméride, no podía dejar de hacer lo propio con el oficial, cuya impresión y calidad son notables, para lo que no se ha reparado en gastos y siempre es de agradecer. No obstante, conviene evitar las comparaciones en cuanto a los contenidos. Todas son odiosas, pero cabe informar que no se trata de una historia cronológica y la sucesión de relatos, de capítulos temáticos, deja fuera no pocos momentos importantes mientras otros quedan repetidos. Puede que sea consecuencia de haber encargado la obra a una persona externa, desapasionada, un amigo de València del entonces director general del club, Jordi Bruixola, y cuya coordinación no puede ser calificada sin saber lo que ha cobrado mientras los compañeros elegidos lo hacían desinteresadamente. Huelga decir que el infrascrito se ha reservado el capítulo del botafumeiro dedicado a los cuatro años de gestión de Vicente Montesinos, obviando el nepotismo y el resultado económico que ahora se ha descubierto y cuyas facturas todavía está pagando el auténtico salvador, Bob Voulgaris, y nuestra esperanza de futuro.
Se nota que hay capítulos más trabajados, brillantes incluso pese a no aportar nada nuevo, y otros más flojos, como cubrien
do el expediente, pero vaya para todos los autores mi consideración y respeto. El mismo que me merecen aquellos que no han querido participar en según qué condiciones. Una lástima no haber podido disfrutar del inmenso archivo y conocimientos de Conrado Marín y Miguel Ángel Serer. No obstante, su albinegrismo y colaboración está fuera de toda duda, como pueden atestiguar todos cuantos han solicitado su auxilio.
No ha faltado quien ha preguntado por tan importantes ausencias, pero tan loable es participar en este emblemático proyecto como preferir no hacerlo por el riesgo a la censura, y más con quienes han obviado colaborar con la causa de Sentimiento Albinegro de buscar en los juzgados la reparación del saqueo y el espolio al que sometieron al club. Y, claro, ni eso ni la refundación a la que nos quería someter el PP reciben el tratamiento que merece en el libro.
Mi otro reconocimiento es para José María Arquimbau y Ximo Alcón, quienes, a sabiendas de que estaban utilizando y ensuciando su buena imagen, aprovechando su categoría humana y su condición albinegra,
han intentado todo por salvar el libro. Lo han logrado, pero no pueden volver a dejarse llevar por el proselitismo de la Fundació.
Sobre la otra gran polémica, la del retraso en la edición, ya escribí hace dos meses, habida cuenta de que por poco nos toca cambiar el título por el más exacto de los 101 años que estamos a punto de cumplir. Como ya dejé dicho entonces, el Ayuntamiento ha abonado 100.000 euros y entendía que no había recibido una compensación publicitaría y equitativa de su imagen, quedando al mismo nivel que la Diputación y la Generalitat Valenciana. Los primeros refirieron 80.000 euros para los distintos actos del Centenario, sin un apartado explícito para el libro, y los segundos entre 15.000 y 30.000 para una edición en valenciano, siempre según sus respectivos servicios de prensa. La solución improvisada ante tamaña torpeza y falta de empatía ha sido rebozar el libro con unas cubiertas con excesivo protagonismo para el Ayuntamiento, mientras sigue la incógnita sobre la tirada y distribución.
Menos mal que el mejor capítulo de la historia está por escribir.