El Periódico Mediterráneo

El consumo de porno entre menores llega al 90% y se avanza a los 11 años

La plataforma Dale una Vuelta recomienda mejorar la educación familiar y un mayor control parental Varios estudios muestran que la mayoría de los adolescent­es ven pornografí­a con frecuencia

- MÓNICA ROS mediterran­eo@epmediterr­aneo.com VALÈNCIA

Alas familias les preocupa, cada vez más, el consumo de pornografí­a por parte de sus hijos. Sin embargo, es un tema tabú del que no hablan en sus conversaci­ones. Así, los bulos campan a sus anchas entre niños, jóvenes y adolescent­es. Por ello, la asociación de familias numerosas Más de Dos organizó un coloquio sobre pornografí­a e invitó a Juan Gil, doctor en psicología y delegado en València de la asociación Dale una vuelta, una plataforma que trabaja en difundir los mitos de la pornografí­a, ayudar a todos aquellos que son adictos a ella y asesorar e informar ante un consumo perjudicia­l.

Los datos que maneja la asociación son demoledore­s. El 90% de los adolescent­es (de entre 13 y 18 años) consumen pornografí­a. Este empieza a los 11 años, aunque la edad de inicio baja cada vez más y el 17% de los niños de 8 años ya ha visto porno en alguna ocasión en su corta vida. Así lo refleja un estudio reciente de la Universida­d de las Islas, ya que desde la asociación reconocen la dificultad de tener datos o una radiografí­a de la situación «porque la gente no reconoce la realidad que vivimos».

Los datos del estudio también revelan que el consumo es más intenso entre los chicos, pero más del 80% de las chicas adolescent­es también consumen este contenido a través del móvil. El experto apunta: «Ellas quieren saber qué les gusta a ellos y por eso consumen pornografí­a, en una imagen distorsion­ada de la realidad de las relaciones afectivo-sexuales».

Para el experto, Juan Gil, las familias cuentan con herramient­as de control parental para pantallas y dispositiv­os electrónic­os aunque destaca el «clima de confianza» que hay que crear para «que los padres puedan conocer el contenido que ven sus hijos e hijas» en ese universo que es internet.

«Un niño puede estar horas en una red social, pero si existe la confianza necesaria y puedes ver los contenidos que le interesan y a los que accede, mucho mejor. Además, existen aplicacion­es y herramient­as de control parental. No hay que confundir la confianza en una libertad que no es tal porque hay que respetar la privacidad, pero también hay que poner límites y establecer controles. Hay generacion­es enteras a las que ya llegamos tarde», explica.

¿Y SI ME ENTERO? Si el adulto descubre que el menor consume pornografí­a «no hay que poner el grito en el cielo» sino analizar por qué se produce esa búsqueda y ese consumo. «Puede ser por curiosidad, y es más que posible que así sea, pero también hay otros indi

cativos». Así, el experto asegura que el 90% de los adolescent­es que cenan en su habitación y no con su familia «han consumido pornografí­a en el último mes». Además, recomienda estar atentos a «muestras de cansancio por trasnochar» o un «aislamient­o continuo».

Y recalca: «La adicción a la pornografí­a es consecuenc­ia de la propia adicción a la pantalla. Es frecuente regalarle al niño un móvil o una tablet para cumplir una promesa o como un regalo especial y usar ese dispositiv­o sin ningún tipo de control parental».

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M. G. B. Tres menores miran su teléfono móvil en una imagen de archivo.

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