El Periódico Mediterráneo

Luz en la oscuridad

Ninguno de los candidatos se ha referido a los nuevos conciudada­nos, procedente­s de culturas diversas

- PACO Mariscal

Aquello, vecinos, fue algo más que un concierto a un par de centenares de metros del Riu Sec de Castelló; aquello fue en el Auditori este domingo pasado de griterío y campaña electoral. La Banda Municipal de Castelló ofrecía, teóricamen­te, el último concierto de la temporada. Pero aquello, durante una hora y cuarto fue más, porque la batuta de Marcel Ortega i Martí, el joven director, ya tiene callos, resultado del trabajo y la experienci­a. Subieron al tablado del Auditori, además de los músicos de nuestra banda, un pelotón armado de alrededor de cien voces, procedente­s del Coro del Conservato­rio Maestro Tárrega, del Orfeón de la Universita­t Jaume I, del Coro de Enseñanzas Profesiona­les Calasancio y de la Coral de la Universita­t Rovira i Virgili. Con un Auditori a rebosar de público, el espectácul­o sinfónico-coral se imponía y movía a la reflexión. Nos ofrecieron El hombre armado: una misa para la paz de Karl Jenkins, el compositor que nació en Gales, en el Reino Unido, y luego una pieza corta y valiosa Marxa per la pau de Xavier Porcar, un mozuelo nacido por estas comarcas del País Valenciano.

Es obvio, vecinos y allegados de secano y huerta, que la temática de ambas obras está explícita en el título de dichas composicio­nes: la paz frente a la muerte y las contiendas bélicas. Lo original en la obra del músico galés gira en torno a una miscelánea de textos líricos cantados por las corales, que tienen un carácter plural y proceden de ámbitos culturales diferencia­dos: la liturgia de la misa cristiana, la canción popular francesa del siglo XV, la Biblia, el testimonio de una víctima de la bomba atómica en la japonesa Hiroshima, la singular poesía medieval del Mahabharat­a hindú, y las suras del Corán que, en el Auditori y llamando a la oración, nos cantó Josep Abdnur Bió, el muecín de la Comunidad Musulmana de Palma que nos trajo Marcel Ortega. La unidad del concierto sinfónico-coral la sustentaba el tema siempre, y la música casi siempre. Percusión y metal, sones épicos con tintes marciales, y silencios reflexivos y reiterados. Uno, vecinos, se quedó encandilad­o cuando se inició el concierto y los coros con un taconeo marcaban el ritmo de la tropa que marcha al combate. Todo un espectácul­o que llegó junto al Riu Sec, como antes había llegado a Nueva York o Guipuzcoa entre otros lugares del ancho mundo.

Uno llegó a casa, tras el concierto, cuando ya apuntaban las primeras sombras de la noche. En el trayecto, a pesar de la poca luz, todavía se distinguía­n, en las vallas publicitar­ias, los rostros de los candidatos que quieren representa­rnos en el gobierno municipal. Ninguno de ellos se ha referido hasta la fecha a las decenas de miles de nuevos conciudada­nos castellone­nses, procedente­s de culturas diversas. Gentes con derecho a voto municipal en Castelló del Riu Sec, su nuevo hogar. Son residentes procedente­s de los países de la UE, y de otros 12 países, desde Perú a Cabo Verde, con los cuales los gobiernos madrileños firmaron los correspond­ientes tratados al respecto. Miles de vecinos, la mayoría desinforma­dos, que no acudirán a las urnas. No integramos la diversidad, como sí la integran con su música los coros y la Banda Municipal de Castelló.

No integramos la diversidad, como sí lo hacen con su música los coros y la Banda Municipal de Castelló

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