En guardia frente al fuego
La decisión de la Conselleria de Justicia e Interior de extender la prohibición de las quemas agrícolas dos meses antes de lo que viene siendo habitual y hacerlo hasta mediados de octubre no ha sentado bien a una parte de los agricultores, que entienden que la medida es, en cierta manera, desproporcionada por su carácter general. En este caso, es más que probable que la decisión genere perjuicios al campo; no cabe duda, según qué casos, pero el hecho de que detrás del primer gran incendio forestal, ocurrido en la provincia de Alicante y motivado al descontrolarse una quema agrícola, ha sido motivo suficiente para tomar en consideración esta respuesta.
Las altas temperaturas que se vienen sucediendo a lo largo de los últimos años y las sequías prolongadas crean condiciones ideales para que los incendios se propaguen rápidamente y con una intensidad inusitada. Es una realidad con la que tenemos que convivir y nos obligará a transformar los modos de explotación y el contacto que tenemos con la naturaleza.
El recurso de las quemas agrícolas, aunque es una práctica muy necesaria para limpiar terrenos y prepararlos para nuevos cultivos, siempre ha sido objeto de un intenso debate en el contexto actual de cambio climático. Y parece claro que si esta práctica no se realizan de manera controlada y responsable, puede contribuir significativamente al aumento de la frecuencia e intensidad de los incendios forestales y también a la emisión de gases de efecto invernadero. Nadie debe dudar de que las quemas controladas son una herramienta importante para muchos agricultores en la preparación de tierras para la siembra y la eliminación de residuos agrícolas. Sin embargo, es fundamental promover prácticas agrícolas sostenibles que minimicen los riesgos asociados con estas quemas. Esto incluye el desarrollo y la adopción de tecnologías y técnicas alternativas, como el uso de maquinaria para triturar residuos agrícolas en lugar de quemarlos, la implementación de sistemas de manejo del suelo que reduzcan la necesidad de quemas y la promoción de métodos de agricultura regenerativa que mejoren la salud del suelo y la biodiversidad. Eso sí, con la adopción de medidas que palien el encarecimiento de una eliminación de restos que no tiene que repercutir, siempre en exclusiva y como suele suceder, en el bolsillo de los agricultores.
Por otro lado, la necesaria prevención debe ir acompañada, además de las restricciones normativas y compensaciones en favor de los principales afectados, de una mayor conciencia y educación sobre los riesgos asociados a las quemas agrícolas, así como la implementación de regulaciones y políticas que promuevan prácticas responsables y sostenibles. La lucha contra los incendios debe ser una acción conjunta de todos los actores que conviven en el entorno rural, también de unas administraciones cuya obligación es adelantarse a los infortunios. Y la provincia de Castellón, lamentablemente, ha sido escenario de tristes episodios que debemos evitar y hacerlo entre todos. El cambio climático, con la escasez de precipitaciones y las altas temperaturas, nos llevarán, de forma irremediable, a afrontar nuevas situaciones a las que tenemos que hacer frente. De ahí que debamos estar siempre en guardia.
Las quemas responsables son muy necesarias, pero hay que extremar la prevención y que ésta no sea a cargo del bolsillo del agricultor