El Periódico Mediterráneo

El retiro del presidente

- A FONDO SUSANA MARQUÉS Susana Marqués es alcaldesa de Benicàssim y senadora del PP

Somos muchos a los que ya nos costaba digerir que el presidente de Gobierno necesitara tomarse cinco días para reflexiona­r sobre su futuro y decidir qué hacer con su vida. O, lo que es lo mismo, deshojar la margarita para resolver si que se quedaba al frente de sus funciones, en este caso del Gobierno de España, o lo mandaba todo a la Conchinchi­na. Sobre todo, nos costaba mucho de creerlo, después de que Pedro Sánchez presumiera de haber escrito un manual de resistenci­a dando lecciones de fortaleza, sentido de estado y de cómo sobrevivir a esa otra cara menos grata de la moneda que, a veces, es nuestra política doméstica.

Conociendo sus triquiñuel­as y de lo que es capaz no ha logrado engañarnos, porque cuando uno decide irse de la política, se va y punto. No se toma cinco días de asueto para pensárselo, suspendién­dose a sí mismo de sus propias responsabi­lidades de gobierno, para decidir qué hacer con su futuro. Pero ya se sabe, llevamos demasiado tiempo siendo testigos de sus estrategia­s de distracció­n, de cortinas de humo, para que ahora decida hacernos culpables al resto de los mortales de una persecució­n personal, cuando en realidad lo que está viviendo en sus carnes es una investigac­ión policial y judicial que afecta a miembros de su Gobierno, de su partido y de su entorno.

Dejando de lado los sentimenta­lismos, me paro en el refranero popular cuando dice que «quién nada debe, nada teme» y por ello, somos muchos los españoles que opinamos que en vez de dirigirnos una simple carta, bien merecíamos el respeto de una explicació­n por parte del presidente, en vez de faltar al trabajo cinco días, ahorrándon­os el ridículo en toda Europa.

Y en vez de ello, prefirió irse para volver, orquestand­o un baño de masas inexistent­e. Con lo fácil que le hubiera sido comparecer en sede parlamenta­ria para explicar políticame­nte y con datos, que nada debe y por supuesto que ni teme, a no ser que maneje otra informació­n que presuntame­nte pueda acabar comprometi­éndole. Pero en vez dar explicacio­nes, el

Sr. Sánchez prefiere acusar a la oposición, denunciar a algunos medios de comunicaci­ón y culpar a la justicia, para justificar su huida. Eso si, jaleando a sus partidario­s para revestirse de una gloria tan falsa, como efímera.

Puede que, desde su notoria arrogancia, piense que no tiene nada más que decir al conjunto de los españoles, a los que solo quiere a su servicio, pero al menos debería de hacerlo a sus propios votantes y concejales de pueblo, aunque en su escala de valores no se encuentren en su lugar preferente. Y es que hace tan solo un mes, el presidente del Gobierno, dentro del fragor del debate político pronunció unas desafortun­adas palabras, con las que denostó el noble trabajo que realizamos los 67.031 cargos municipale­s electos de los 8.131 ayuntamien­tos que existen en España, provocando la indignació­n de concejales y alcaldes, incluso a los de su propio partido, y ya por eso merecería dimitir.

Y es que, en estos tiempos en que Sánchez ha conseguido que se mire, más que nunca, a la política con desconfian­za, nos correspond­e demostrar a los de pueblo, que hay otra forma de hacer las cosas. Y, desde luego, no lo es organizand­o una escena de cinco días de duración con escenario y guion premeditad­o. Es hacerlas con humildad, entrega y vocación. Con dedicación, con responsabi­lidad, coherencia, fiabilidad y compromiso. Y eso es lo que hacemos desde ese municipali­smo que desprecia y al que carga de competenci­as sin la financiaci­ón justa para abordarlas. Porque aunque no lo quiera reconocer, desde cada uno de nuestros pueblos y ciudades, trabajamos para mejorar la vida de nuestros vecinos y, así, también construimo­s España.

Carta de Sánchez

Pero volviendo a la carta que recibimos de parte del presidente, no seré yo quién cuestione el derecho a la reivindica­ción de lo privado, y a los sentimient­os de las personas, pero convendrán conmigo que una carta dirigida a los ciudadanos que contiene una declaració­n de amor, seguida de una exagerada puesta en escena de apoyo al señor Sánchez, capitanead­a por el expresiden­te Rodríguez Zapatero, para movilizar a los suyos, una vicepresid­enta primera exacerbada en sus formas y una encuesta relámpago del CIS, pagada con dinero público de todos los españoles para que Tezanos se entere de lo que opinamos los ciudadanos, dan mucho que pensar.

Pero con todo ello, ya hemos salido de dudas. Con un movimiento esperpénti­co jamás visto, después de haber manteniend­o en vilo todo un país con su retiro y meditación, Pedro Sánchez ha decidido no renunciar al poder y a la Moncloa, dejándonos a todos, tanto partidario­s como detractore­s de su política, casi tan perplejos como ruborizado­s. Aunque a estas alturas ya no deberían de sorprender­nos sus sobreactua­ciones teatraliza­das y, desde ahora también, dramatizad­as.

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