Gómez Bahillo
–Ahí he aprendido muchas cosas de los trabajadores, voluntarios y familias que apuestan cada día por las personas que en un momento de su vida han tocado fondo. Allí están ellos para acompañarles y ayudarles a recuperar la ilusión y la esperanza de que es posible salir, de tener un proyecto de vida, una ilusión que compartir. Son un modelo de generosidad, de tenacidad y de superación de las dificultades. Y de los usuarios, he visto que muchos de ellos son conscientes de la oportunidad que tienen de poder volver a tener una vida normal, aunque sea difícil en muchos casos. Para mí ha sido una escuela de aprendizaje. –Usted ha estado vinculado desde su juventud a comunidades cristianas. ¿Ha influido esto en su vocación?
–Sí claro. A mí me educaron en que la vida tiene sentido si eres solidario y capaz de compartir los que haces con otros. Que no existe compromiso humano, y menos religioso, si no estás próximo a las necesidades de los más vulnerables. Ser solidario supone rebelarse contra las injusticias y desigualdades sociales y proponer alternativas. La solidaridad va más allá de la ayuda material, y supone un posicionamiento en la defensa de la dignidad de la persona, de sus derechos. Encontramos personas solidarias en todas las religiones y espiritualidades, y también dentro del agnosticismo y ateísmo.
☰