Un año de camino a la paz
EN EL PRIMER ANIVERSARIO DE LA APROBACIÓN EN EL CONGRESO COLOMBIANO DE LOS ACUERDOS PARA PONER FIN A MEDIO SIGLO DE GUERRA CON LAS FARC, MUCHOS CIUDADANOS SIGUEN ESPERANDO QUE SU VIDA MEJORE
Colombia avanza hacia la paz, pero necesita tiempo, apoyo y convicción para sellarla. El 30 de noviembre se cumple un año de la aprobación por el Congreso colombiano del acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera.
Pero, a día de hoy, siguen existiendo 4,9 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria en el país. Buena parte de ellas, 2,27 millones, son comunidades rurales, hasta hace muy poco tiempo controladas por la FARC, y comunidades de acogida. Además, uno de cada cinco niños colombianos sufre desnutrición crónica, y uno de cada dos padece anemia, según informa Acción contra el Hambre.
«Aunque la comunidad internacional y muchos colombianos en las grandes urbes dan por cerrado el capítulo más doloroso de la Historia reciente del país, lo cierto es que los retos que afronta el país en los próximos meses y años son enormes», explica el director general de la citada oenegé, Olivier Longué.
«El Estado no ha llegado todavía a amplias zonas antes controladas por la guerrilla», añade. Estas regiones «siguen careciendo de servicios básicos, al tiempo que las enormes expectativas levantadas por el proceso van desinflándose».
Por ello, Longué afirma que «no podemos relajarnos ahora. El Nobel de la Paz –para el presidente colombiano Juan Manuel Santos– fue un reconocimiento mundial del proceso y hay que seguir manteniendo su espíritu y la esperanza que levantó a todo el mundo para apoyar a Colombia».
A lo largo de este año de paz también se han ido produciendo avances. «En el lado positivo tenemos que hablar de la reducción paulatina de los desplazamientos», destaca Longué. En el 2016, los desplazamienos ya fueron solo una cuarta parte de los 250.000 que hubo en el 2014. «Aunque sigue existiendo un goteo provocado por otros grupos armados o criminales que están ocupando el espacio dejado por las FARC. También hay que poner en valor el empeño del Gobierno y de gran parte de la población por caminar firme e inexorablemente hacia la paz».
Para Acción contra el Hambre, sería un grave error que la comunidad internacional relajase su apoyo a Colombia en este momento. «Es necesario acompañar de forma neutral el proceso de paz, hay enormes sensibilidades todavía a flor de piel, que necesitarán de una mirada externa», opina Longué. «Y es necesario sensibilizar a los ciudadanos, convencerles de que es posible materializar la paz».
La oenegé recuerda que se necesita también inversión económica. A julio del 2017, solo se había cubierto el 35% del llamamiento humanitario de 117,3 millones de dólares solicitados por las Naciones Unidas, entre ellos tres millones aportados por el Gobierno español.
Según el director general de Acción contra el Hambre, «el desarrollo rural es uno de los puntos más importantes de la agenda de paz y presenta retos de calado como el desminado de campos o la sustitución de cultivos ilícitos. Una nueva agricultura, comercio... todo está por construir, incluido el futuro de los 15.000 guerrilleros desmovilizados o de los millones de desplazados que podrían optar por no retornar a sus lugares de origen y buscarán una vida mejor en las ciudades», concluye Longué.